diciembre 30, 2008

Dos mil ocho

Una voz amiga me susurró que escuchara el Canon de Pachelbel con los ojos cerrados, y me sentara pacientemente a esperar el tren de los recuerdos. Tendido en mi lecho, con la música chispeando en mis oídos, ví ante mí una pasarela enorme, mecida sobre el infinito por cuerdas invisibles, cuyos extremos colgaban de estrellas que no alcanzaba a ver. Comencé a caminar despacio, acariciado por la delicada melodía del arpa, y animado por un horizonte tan azul como un cielo pintado a acuarela. Los pasos fueron haciéndose firmes con el punzante atravesar de los violines. A la derecha, ví mi cuerpo tirado en una orilla, recién escupido por un mar embravecido. El sabor de la sal y la amargura se mezclaron en mi paladar. El horizonte era negro, maldito y con el mañana como imposible. Un reloj dominaba el cuadro, y marcaba una hora que falleció hace más de trescientos días. Un año ha pasado, y aún no era consciente.

Seguí caminando, hasta ver grabada una pintura en una extraña pared. Era yo, incorporándome del suelo con la fatiga del viajero. Ya no recordaba aquella barca, alquilada a bajo precio en el embarcadero del estanque de aguas tranquilas. Me contemplé eligiendo la nada al dolor, y el exilio a la aventura. Allí pasé largos meses, mirando a las aguas, hasta que el reflejo dejó de ser turbio y me devolvió mi sonreir.

Con el horizonte aclarado, una escultura se alzó ante mí en medio del camino. La música sonó altiva y grande, teñida de madurez. Mi corazón latió a su compás, buscando los ojos de la imagen erguida ante mí. De las cenizas de unas viejas lágrimas, había nacido una mirada de fuego. Curtido por la guerra y con la paz largo tiempo añorada, me reconocí en aquella piedra labrada. Cuando dejé atrás la estatua, reinó el silencio. Al final del camino, aguardaba una vida por vivir. Era un renacer ya decidido. Un arquero y sus alas de cera. Debía ser yo.

PD. No perdáis el tiempo intentando reconocer a la portadora de la capa. Sois todos vosotros. Gracias por remolcarme. :)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has vuelto a sorprender... Gracias a ti! Tere

Anónimo dijo...

Simplemente gracias a ti. (K)

Héctor dijo...

No dejes nunca de escribir, Ángel.

Feliz año.