diciembre 30, 2008

Dos mil ocho

Una voz amiga me susurró que escuchara el Canon de Pachelbel con los ojos cerrados, y me sentara pacientemente a esperar el tren de los recuerdos. Tendido en mi lecho, con la música chispeando en mis oídos, ví ante mí una pasarela enorme, mecida sobre el infinito por cuerdas invisibles, cuyos extremos colgaban de estrellas que no alcanzaba a ver. Comencé a caminar despacio, acariciado por la delicada melodía del arpa, y animado por un horizonte tan azul como un cielo pintado a acuarela. Los pasos fueron haciéndose firmes con el punzante atravesar de los violines. A la derecha, ví mi cuerpo tirado en una orilla, recién escupido por un mar embravecido. El sabor de la sal y la amargura se mezclaron en mi paladar. El horizonte era negro, maldito y con el mañana como imposible. Un reloj dominaba el cuadro, y marcaba una hora que falleció hace más de trescientos días. Un año ha pasado, y aún no era consciente.

Seguí caminando, hasta ver grabada una pintura en una extraña pared. Era yo, incorporándome del suelo con la fatiga del viajero. Ya no recordaba aquella barca, alquilada a bajo precio en el embarcadero del estanque de aguas tranquilas. Me contemplé eligiendo la nada al dolor, y el exilio a la aventura. Allí pasé largos meses, mirando a las aguas, hasta que el reflejo dejó de ser turbio y me devolvió mi sonreir.

Con el horizonte aclarado, una escultura se alzó ante mí en medio del camino. La música sonó altiva y grande, teñida de madurez. Mi corazón latió a su compás, buscando los ojos de la imagen erguida ante mí. De las cenizas de unas viejas lágrimas, había nacido una mirada de fuego. Curtido por la guerra y con la paz largo tiempo añorada, me reconocí en aquella piedra labrada. Cuando dejé atrás la estatua, reinó el silencio. Al final del camino, aguardaba una vida por vivir. Era un renacer ya decidido. Un arquero y sus alas de cera. Debía ser yo.

PD. No perdáis el tiempo intentando reconocer a la portadora de la capa. Sois todos vosotros. Gracias por remolcarme. :)

diciembre 29, 2008

Australia

Si el cine fuera una subasta popular, sería razonable pensar en la voz de Baz Luhrmann irrumpiendo con una oferta inigualable por el derecho a rodar una epopeya. Tras fracasar su sueño de llevar a Alejandro Magno al cine, el director de Moulin Rouge eligió su Australia natal para afrontar el que parecía ser el gran desafío de su carrera.

Australia, al igual que la película a la que da nombre, emerge en los mapas como un monumento colosal, vasto y solitario. El mero deseo de abarcarla llevaría a cualquiera a pensar en una aventura larga, exigente y agotadora. En la película de Luhrmann, Australia es presentada como una tierra salvaje, hermosa y deslumbrante, en la que los aborígenes y el hombre blanco parecen luchar en el paisaje como la naturaleza y las ciudades. Tal inicio, rodado con la traviesa cámara de Luhrmann, que se aleja y acerca de la imagen con el dinamismo característico del director, hace pensar en una epopeya diferente, seguidoras del estilo que hizo de Romeo y Julieta y Moulin Rouge dos obras tan distintas y brillantes en sus géneros. Desgraciadamente, dos horas y media más tarde, nos descubrimos fatigados en nuestras butacas, desgastados por la grandilocuencia de una obra que, entre sus innumerables guiños a otros films, se ocupa ante todo de homenajearse a sí misma.

Cuando uno se enfrenta a la proyección de una aventura épica, es inevitable pensar en Titanic. Tras ver cómo el megalómano tesoro de James Cameron sigue resistiendo el paso del tiempo, uno asiste con dramatismo a la facilidad con la que Bazz Luhrmann equivoca casi todos los pasos acometidos en su película. Tras algo más de una hora prácticamente impecable, llena de agilidad, socarronería, espectacularidad y belleza, el director australiano entrega su obra al desconcierto y la dispersión, presentando mil puntos de atención (la Segunda Guerra Mundial, la falta de derechos de los aborígenes, el racismo, la inevitable historia de amor) sin lograr salir airoso de ninguno, rozando el ridículo en una incomprensible obsesión por ralentizar los primeros planos de Huck Jackman y permitiendo, tristemente, que uno acabe con pocas ganas de tomarse en serio una película que, a buen seguro, ha quitado muchas horas de sueño a su creador.

Titanic relativizó sus tres horas, en un meritorio crescendo dramático, logrando que sus personajes jamás sucumbieran a la contundencia del drama que les rodeaba. Australia adopta la estrategia contraria y, tras una prometedora puesta en marcha, convierte su metraje en un decrescendo que tira por tierra casi toda su presunta magia. Australia puede sobrevivir merced al nombre de sus estrellas, la simpatía del pequeño Nallah y la incontestable belleza de sus imágenes, pero creo sinceramente que Luhrmann debería sorprender al mercado del DVD y obsequiarnos a todos con una versión que termine con la escena de la entrada de las reses en Darwin. Para hacer honor a Australia, no eran precisas casi tres horas de metraje, ni siquiera invocar constantemente al Mago de Oz para forzar el encanto. Bastaba con haber recordado que una pócima de magia siempre será más deslumbrante que un oceano de nada.

diciembre 28, 2008

Tierra Santa

Uno desearía que las crónicas sobre el ataque que Israel lanzó ayer sobre la magullada franja de Gaza fueran parte de las bromas del día de los Santos Inocentes. Desgraciadamente, son el enésimo capítulo de un conflicto que lleva latente demasiados años. Si queréis que refleje mi opinión sobre lo acontecido, os diré que me resulta prácticamente imposible pronunciarme. No entiendo el por qué de las provocaciones de Hamas, pero tampoco logro entender el por qué de la desproporcionada respuesta israelí. La Comunidad Internacional, como siempre en estos casos, ha reaccionado con comunicados vacíos, poco comprometidos, pretendiendo que cinco escasas líneas sirvan para arrojar la luz que no han traído varias décadas de lucha sin cuartel. "Arreglen sus problemas como mejor les convenga, pero arréglenlos". Mi humilde opinión es que este problema, considerado en el contexto actual, no tiene solución.

Israel y Palestina son protagonistas de una guerra que, a base de cobrarse vidas, ha derivado en el manantial del que nace un enorme río de odio que oculta sus orillas en la penumbra. El odio, como sentimiento irracional, hace imposible cualquier solución al conflicto. La paz, como bien expone un artículo publicado hoy en el diario El País, implica ante todo una renuncia. Firmar un manifiesto de paz, tras más de medio siglo de batalla, significaría que una de las dos partes, sino las dos, debería dar un paso atrás en sus pretensiones, incitar a los suyos a borrar la sangre del pasado, e invitarles a convivir en paz. Tales motivaciones caben en tres líneas, pero se dispersan como granos de arena al pisar lo que en otros tiempos fue Tierra Santa. Allá donde nació Jesús, hoy corre la sangre de muchos inocentes. No seré yo quien caiga en la tentación de dar la razón a una de las dos partes. Ambos podrían convencerme en una conversación, ya fuera compartiendo un té o una ración de Shawarma, pero es inútil obligarles a entenderse entre ellos, cuando la sangre del pasado marca todos y cada uno de sus enfrentamientos, y ninguno de los dos es capaz de ceder un sólo milímetro.

Hoy, la burbuja de Occidente se rompe para recordar que Gaza sigue siendo escenario de un conflicto en el que el terror preside el día a día de mucha gente, y que puede desencadenar una serie de acontecimientos capaces de avivar, más si cabe, las llamas del terrorismo islámico. Ayer, cayeron civiles en un irresponsable ataque de Israel, que se sacudió a sus enemigos con la contundencia con la que una manada de lobos atacaría un corral de ganado. Otro día, cambiaremos de bando para contarles que un suicida habrá hecho saltar por los aires la vida de otros tantos. Es normal que la Comunidad Internacional reciba con indignación actos como el de ayer, pero está por ver si es capaz de intervenir en el conflicto con responsabilidad, imparcialidad, y sentido de la justicia. Israel se ha librado ya de demasiadas sanciones, y ha demostrado al mundo que es incapaz de resolver los problemas que afectan a sus dominios. Intervenir debería equivaler a disponer una mesa en la que todos tengan sitio. No será fácil, y menos con el integrismo islámico de por medio. De hecho, a día de hoy, es imposible. Es fácil presagiar que lo de ayer tendrá respuesta, y parece más urgente pensar en elegir un sendero para intentar entender lo que ocurre realmente en Oriente Medio, que en los futuros castigos a los que sean señalados como culpables.

Feliz día de los Santos Inocentes.

diciembre 25, 2008

El Mejor Cine de 2008

Habiendo sido 2008 un año privilegiado para los amantes del cine, se hace difícil ofrecer a los lectores de este Blog un informe sobre los que, para la humilde opinión de quien escribe, han sido los films más destacados del año que está próximo a expirar. La calidad de los estrenos ha hecho que hayan sido muchos los títulos merecedores de ser mencionados, pero debéis entender que ha sido tarea imposible incluirlos a todos. Así, han quedado fuera, entre otras, la hilarante originalidad de Rebobine por Favor, la fantasía de Sweeney Todd, el encanto de Juno, la solidez de Pozos de Ambición, la inclemente dureza de Gomorra, la dulzura de My Blueberry Nights, o la brillantez de El Caballero Oscuro. Por no mencionar obras tan necesarias como La Cuestión Humana. Podría perder el tiempo ofreciendo razones, pero creo que es mejor pasar a las diez más sólidas de las que dispongo. A continuación, las mejores películas del año 2008. (*)

1 - 4 Meses, 3 Semanas, 2 Días (Cristian Mungiu)

Como portador de un grito perdido en el tiempo, Cristian Mungiu ha sorprendido al mundo con un desasosegante relato sobre un aborto en la Rumanía de los años 80. Ganadora del Festival de Cannes del año 2007, 4 Meses, 3 Semanas, 2 Días es un grito contra la represión, una obra valiente y, ante todo, una inolvidable lección de cine.

2 - WALL-E - Batallón de Limpieza (Andrew Stanton)

El inabarcable talento de la factoría Pixar lleva años poniendo patas arriba el cine de animación. 2008 ha traído la que, tal vez, sea su gran obra. Wall-E, desde su arriesgado homenaje al cine mudo (y al cine en sí mismo), constituye una obra de arte inolvidable. Con herederos tan capaces como estos, Walt Disney puede descansar en paz.

3 - No es País para Viejos (Ethan & Joel Coen)

Los Hermanos Coen volvieron a la América profunda para adaptar la obra de Cormac McCarthy. El resultado es una película descomunal y rotunda. Un nuevo clásico que, con gran merecimiento, recibió el Oscar a mejor película en el mes de marzo, y que permitió el lucimiento de un Javier Bardem que bordó la mejor interpretación de su carrera.

4 - Antes que el Diablo Sepa que has Muerto (Sidney Lumet)

Sidney Lumet volvió del pasado por la puerta grande, y lo hizo rodando una de las películas más difíciles y perturbadoras de los últimos tiempos. Tomando como partida un lamentable homicidio, Lumet hace saltar por los aires la idea de familia, y ofrece una desoladora reflexión sobre la indómita naturaleza de las personas.

5 - Luz Silenciosa (Carlos Reygadas)

El término pretencioso suele tener un uso peyorativo, incluso cuando a artistas se refiere. Al mexicano Carlos Reygadas se le ha tratado muchas veces de pretencioso. Si es para ofrecer obras tan desconcertantes, inclasificables y bellas como Luz Silenciosa, la pretenciosidad de Reygadas debería ser desde ya patrimonio de la humanidad.

6 - Las Horas del Verano (Olivier Assayas)

Da la sensación que Europa vive tiempos de desencanto, dirimiendo si quiere adaptarse a la Globalización o agarrarse a unas raíces que parecen morir. Olivier Assayas explora, con una mirada triste y nostálgica, el valor de los recuerdos, el cruce generacional, y la naturaleza de la realidad que nos rodea. Una obra magnífica para la reflexión sobre nuestros días.

7 - Tropic Thunder (Ben Stiller)

Reforzando la teoría sobre la Edad de Oro que parece estar viviendo la comedia americana, Ben Stiller ofrece una sátira brillantísima sobre el mundo del cine. Tomando como punto de partida el improbable rodaje de una película bélica, en pantalla confluyen algunos de los mejores diálogos y personajes del año. Para el recuerdo el monólogo de Robert Downey Jr. acerca de las películas sobre "retrasados".

8 - El Viaje a Darjeeling (Wes Anderson) / Margot y la Boda (Noah Baumbach)

Puesto compartido por dos obras inclasificables, pero igualmente brillantes. Anderson se consolida como uno de los nombres a tener en cuenta en los próximos años, dando continuidad a su extraño pero hipnótico estilo. Baumbach, por su parte, ofrece uno de los relatos más incómodos del pasado año, explorando a través de Nicole Kidman los lados más oscuros del ser humano.

9 - El Incidente (M.Night Shyamalan) / La Mujer Rubia (Lucrecia Martel)

La última película del director de El Sexto Sentido confirma su innegable capacidad para crear misterio, así como la importancia del cineasta hindú en el cine contemporáneo. Obra lúcida, impecable y valiente sobre nuestros miedos, así como de nuestro irreversible caminar hacia la nada. A su lado, la extraña película de la argentina Lucrecia Martel, una obra cuyos primeros pasos parecen sacados de la esencia de Mulholland Drive, y que confluye en un fantasmagórico caminar por los senderos de la culpa.

10 - Aleksandra (Aleksandr Sokurov)

Aleksandr Sokurov camina, bajo el aspecto de una anciana, entre chechenos y soldados rusos para encontrar respuestas a una de las más agotadoras guerras de los últimos tiempos. El resultado es un relato austero y conmovedor, pero también un necesario canto a la paz y la libertad.
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(*) Conviene aclarar que la confección de esta breve lista ha tenido en cuenta el año de estreno de las películas en España, y no el de su producción.

diciembre 19, 2008

Econópolis 2.0. - Crisis y Dinero Virtual

La crisis financiera que sacude los estamentos economicos mundiales podría traer consigo, en un hipotético entorno autocrítico, una oportunidad única para arrojar luz sobre los mecanismos subterráneos que, bajo el prisma cegador que han otorgado los grandiosos beneficios recogidos durante la etapa de bonanza, han extendido sus redes con la complacencia y pasividad de los estamentos de control. Pongamos como caso la popular estafa de Bernard L. Madoff, ya conocida como el mayor fraude financiero de la historia, y que parece haber supuesto el golpe de gracia a la resentida estructura monetaria de Estados Unidos. Este fraude no es tan grave por el importe afectado (50.000 millones de $ que pueden ya darse por perdidos), como por la plasmación irrefutable de la ilegalidad y la desconfianza como dos de los motores de la crisis contemporánea. Destapar asuntos tan preocupantes como éste trae consigo muchas preguntas sobre las políticas de control practicadas estos años, sobre el real alcance de la crisis que nos ocupa, y sobre la incomprensible ignorancia de las instituciones ante las debilidades del sistema. Una pregunta surge obligada entre las fibras de este razonamiento. ¿No se veía realmente, o no se quería ver?

La pregunta más dramática que se hace cualquier inversor o ahorrador, actualmente, es si el dinero que le aseguran que tiene en su cuenta o fondo existe realmente. Hay una sensación extendida acerca de la virtualidad del dinero. Todos vemos cada día como se mueven ingentes cantidades a través de transferencias, aportaciones a fondos, traspasos y millones de movimientos de dinero virtual. El ciudadano de a pie empieza a preguntarse si bajo esas órdenes electrónicas hay dinero real. Dicho en otras palabras. ¿Ha crecido la economía mediante el pago de dinero real? Dudar ante la respuesta haría temblar cualquier estamento. Hay quien dice que el caso Madoff ha afectado, ante todo, a grandes fortunas, pero nadie debe olvidar que su negocio virtual tenía como partícipes, entre otros, los fondos de pensiones de varias gestoras. ¿Qué garantías puede tener un ciudadano sobre la solvencia y seguridad de sus ahorros cuando la primera economía mundial no es capaz de detectar tamaño fraude?

La crudeza de los números ha destapado las alarmas, y el sistema financiero debería empezar a asumir que debe replantear el modelo entero para volver a resucitar. Detecto gran prisa por superar esta crisis, por arreglar unos números que parecen importar más que lo que se esconde detrás de ella. Es por ello que hablaba de hipotético entorno autocrítico. ¿Será capaz el Mundo industrializado de hacerse preguntas reales, y replantearse un modelo que, cuando ha reventado, amenaza con dejar un panorama mucho peor que el inicial, o se conformará con forzar la bonanza de unos números que, tras su naturaleza virtual, permiten situaciones como la vivida con el escándalo Madoff?

Una reflexión demagógica para terminar. 2 terceras partes del mundo pasan hambre. Hay países en los que la crisis es sólo una palabra lejana. Eso ya lo escondía el modelo económico cuando las cosas "iban bien". Ahora que van mal, el hambre ya tiene compañía, y ésta se llama crisis.

diciembre 15, 2008

My Blueberry Nights

Si la virtud de ser delicado requiriera esfuerzo, es probable que la delicadeza desapareciera arrastrada por la primera gota de sudor. Tal vez sea por ello que las noches con sabor a arándano que comparten Norah Jones y Jude Law en My Blueberry Nights, lleven el fino traje de la discreción.

My Blueberry Nights llega con cien años de retraso a nuestro país, merced a una inexplicable y desastrosa política de distribución, para dar tregua a los buscadores de rarezas y causas perdidas en Internet, y otorgarles la posibilidad de ver en el cine la última obra del inclasificable Wong Kar-Wai. Precedido por las aclamadas Deseando Amar y 2046, el resultado del aterrizaje del director chino en América puede llamar la atención por su aparente austeridad. Lejos de las obsesivas historias de amor que guiaban su carrera, Wong Kar-Wai se inclina por seguir el sendero de una joven desengañada, necesitada de una caricia en el pelo mientras vé lo que le rompió el corazón, pero también de recorrer Estados Unidos para descubrir quién es. Así, por el camino, la arrebatadora Norah Jones irá encontrándose a gente tan dispar como un extraño príncipe azul (Jude Law) que guarda las llaves dejadas por la gente en su bar; una ex-pareja en la que el alcohol media como juez del olvido; o una fría jugadora de poker (Natalie Portman) derrotada por la debilidad de su impecable sonrisa. Todos distintos e inspirados en sus interpretaciones, pero con la soledad como lugar más común de sus castigadas vidas.

A pesar de que la sencillez domina la esencia del relato, no debemos obviar que Wong Kar-Wai sigue siendo un riguroso creyente en la estética, y cuida la presentación de sus obras como si de un cuadro se tratase. Así, My Blueberry Nights está envuelta en una hermosa puesta en escena, en la que la fotografía se llena de luz y tonos cálidos, convirtiendo el metraje en un dulce pastel de mil colores y una gozada para la vista. Bien es cierto que la tendencia del director a enfatizar y ser ligeramente ostentoso aparece en algunos planos, y no siempre de forma necesaria, pero sería injusto no reconocer la mesura que rodea la película.

Hablé al principio de delicadeza, y a ella me vuelvo a referir para cerrar esta crítica. My Blueberry nights es a 2046 lo que una sonrisa a una estruendosa carcajada. Algo pequeño, invisible, que necesita ser visto para existir. Es también una inmensa reunión de gente sola, que encuentra la paz en el silencio, la mirada, el sabor de una tarta de arándanos, y un beso imposible con el que comenzar un nuevo día.

diciembre 14, 2008

Morir de Pie

Anoche, Barcelona vivió una batalla desigual en la impecable pradera que sostiene el Camp Nou. A un lado, una tropa hermosa, vigorosa y demoledora llamada F.C. Barcelona. Al otro, once portadores de ropas gastadas, heridas sin curar y aspecto de derrota. A estos últimos les llamaban Real Madrid. Dicen que el choque duró noventa minutos, pero yo juraría que en el césped se enfrentaron todos los segundos vividos por dos instituciones tan distintas como apasionantes. Real Madrid y Barcelona han sido, son y serán los enemigos por antonomasia. Cuando se enfrentan, el mundo se detiene, y aun con el paso de los años uno no sabe muy bien por qué.

Como decía, ayer era uno de esos partidos en los que las crónicas estaban escritas por adelantado. El imbatible Barcelona salió con el partido ganado, y sólo tenía que preocuparse cómo y cuando imponerse. Inesperadamente, los madridistas se negaron a entregarse antes de luchar, rompieron sus camisetas y dejaron que sólo el escudo protegiera sus desnudos torsos. Con mirada desafiante, cogieron los cañones del Barcelona y le retaron a disparar. El Real Madrid se agarró al orgullo, y peleó cada centímetro del campo como si fuera el último rincón del mundo en libertad. Aguantó ochenta minutos eternos, obligando al Barcelona a dudar de sí mismo, asustando a los suyos y silenciando una ciudad entera. Al final, el Real Madrid perdió. El Barcelona era mejor, y a pesar de la desasosegante pelea blanca, no hubo lugar para la heroicidad. Pese a ello, sí hubo gloria en una de las más elegantes derrotas que yo haya visto en mi vida. Si lo de ayer es morir, que todos los poemas hablen de muerte.

diciembre 08, 2008

Miradas Huidizas

Reparé en ella a pesar de que su voluntad era pasar desapercibida. Entró en el vagón, y se situó a mi lado, inmóvil, descansando su espalda contra la puerta. Por sus rasgos, pude deducir que era extranjera. Su vestimenta era sencilla, aunque pulcra. En su mano llevaba una pequeña caja, llena de mecheros y paquetes de pañuelos de papel. Al iniciarse el andar del metro, la joven dio un paso hacia delante, pasó por mi lado, y se detuvo a un par de metros a mi izquierda. Observé como cerraba los ojos, tomaba aire y se preparaba para hablar. Su voz escondía timidez, pero fue valiente para decir lo que nosotros no querríamos decir nunca. Que estaba desesperada, que tenía dos hijos, y que necesitaba ayuda. Que vendía mecheros y pañuelos de papel al precio de la voluntad. Algo me hizo pensar que decía la verdad.

De pronto, la joven retrocedió, miró alrededor, y se dirigió al otro extremo del vagón. Empezó a caminar entre la gente, ofreciendo su humilde mercancía. Sus palabras eran contestadas por miradas que caían al suelo. Ya sea por culpa o cobardía, nadie la miró a los ojos. Se detuvo antes de lo previsto, derrotada, quedándose junto a la puerta, para salir al andén. No llegó hasta donde me encontraba. Ahora me arrepiento de no haber dado yo unos pasos para darle una moneda. Recuerdo que cuando ella abandonó el vagón, la gente volvió a sus estúpidas conversaciones, con el alivio del que suelta el aire largos segundos retenido. Si tan convencidos estabáis de que mentía, ¿por qué huyó de sus ojos vuestra mirada?

Arquero Urbano

diciembre 07, 2008

Facebook, el museo de lo cotidiano

La primera vez que me hablaron de Facebook, me dijeron, textualmente, que se trata de una comunidad creada en Internet donde se puede localizar a gente de la que no sabemos nada hace mucho tiempo. Sencilla e injusta definición para tan basto universo. Yo definiría Facebook como un virtual museo de lo cotidiano, entendiéndose este adjetivo como el enfoque que queremos enseñarle al mundo de nuestra rutina. Dicho de otra forma, Facebook es un entorno en el que seleccionamos lo que queremos mostrar de nuestra vida y, naturalmente, a aquellos con quienes queremos compartirlo.

Una de las herramientas más populares de Facebook es el buscador. Mucho se ha hablado acerca de la peligrosidad moral que encierra esta herramienta, por cuanto pone un precio barato a la intimidad de cada uno, aunque mí me interesa mucho más la naturaleza de las propias búsquedas. Normalmente, se utilizan para localizar a aquellas personas a las que hemos perdido el rastro hace tiempo, interesándonos de forma benévola por su situación actual. Haré un alto en el camino. Pensemos un segundo en la selección natural, y aferrémonos a ella para lanzar al aire una reflexión. Si los dinosaurios fueron elegidos para desaparecer, ¿No pasa lo mismo con aquellos que fueron nuestros amigos pero, un día, dejaron de serlo? ¿Debemos emular a Michael Crichton y devolverlos a la vida, 65 millones de años después, o simplemente aceptar que las personas aparecen en nuestras vidas, sin estar todas obligadas a permanecer?

En Facebook, encontramos a personas con listas de amigos apabullantes. Decenas, centenas, miles, millones de amigos. Es posible que haya comenzado una competición subterránea para ver quién es capaz de reunir a más gente en su agenda. Más que de una lista de amigos, hablamos de un interminable álbum de fotos de gente que ha aparecido en algún momento en nuestra vida. Aquí entra la curiosidad mórbida del ser humano. ¿Nadie se ha parado jamás a pensar qué habrá sido de aquel chaval con el que jugábamos a fútbol en el recreo, o de aquella chica que se convirtió en la primera que nos robó el corazón? Facebook es la herramienta perfecta para compararse con los demás, y medir el efecto de las decisiones tomadas hasta el día de hoy. Ver el perfil de otras personas puede llevarnos a replantearnos todos los pasos dados hasta hoy. Podemos encontrarnos con gente feliz, casada, sonriente, con niños, un perro, un jarrón chino en el salón y muchas flores en el jardín. ¿Es usted el que mira la foto o el que la exhibe?

Hemos hablado del perfil, pero no nos hemos detenido. El perfil reúne todo aquello que queremos mostrar al personal. En él, nos presentamos, y hablamos de temas tan interesantes como nuestra situación sentimental, nuestros gustos y nuestras inquietudes. Es el resumen del libro de nuestra vida. El que lo lea y no nos conozca, tendrá una pista para saber si quiere comprarlo o no. Un tema que merece ser tratado es la foto que exponemos en portada. Para aquellos a los que la vida ha tratado bien, sugiero una en primer plano, sonriendo si es posible, para levantar envidias. A los que no puedan decir lo mismo, no hay problema. Foto alejada, en un paraje extraordinario. Que se note que hemos viajado en estos años, aunque sea una vez. Analizando casos reales, observo que la gente es muy cuidadosa con la imagen elegida. Poses indisimuladas, toques artísticos, sonrisas inmaculadas. La mejor versión de cada uno, pues para algo podemos elegir. Ya que nos buscan, que nos vean, y que nos vean bien. Que se torturen viendo lo guapos que nos hemos vuelto. Que sufran. Que padezcan.

Termino ya con Facebook, mediante tres reflexiones,

1 - Si usted tiene amigos a los que no quiere mezclar, no se registre. O regístrese dos veces, sin permitirse ningún error.

2 - Lo más adorable de Facebook es la impúdica exhibición freak que nos permite. Podemos hacernos fans y seguidores de todo lo imaginable. Si quieren gritar su amor por los Conguitos, la música de Parchís, o el lanzador de pompas de jabón, no se corte. Su alma gemela habrá creado un grupo de seguimiento, y estará encantado de acogerle. Y si no existe el grupo, créelo. Alguien se lo agradecerá.

3 - El muro de Facebook es el tablón de teletipos más perfecto jamás creado. Usted será informado de todo lo que hacen sus amigos. Y cuando digo todo, es todo.

Se me olvidaba. Si quiere que le agregue, dígamelo.

diciembre 05, 2008

Entrelazados

Debo deciros que desconozco el significado de la envidia sana. Es por ello que no sé si lo que he sentido esta tarde es envidia sana, o pura envidia. No me preguntéis la diferencia, porque la desconozco.

La escena fue breve, de mirada rápida o adiós. La contemplé a través del oscurecido cristal del autobús, mientras giraba en una rotonda para enfilar la calle de la biblioteca. Una pareja caminaba tranquila, muy cerca el uno del otro. Él señalaba el horizonte con su mano. Ella, asentía a su lado, con expresión sosegada. Tal vez hablaran por hablar, por rellenar el tiempo. Antes dije caminar, pero permitidme aclarar que paseaban. Lo que llamó mi atención fue cómo cayó la mano. Lo hizo con ligereza y sabiduría, segura de encontrar a su compañera al final del salto. Bastaron unos segundos para ver cómo los dedos se entrelazaban con la naturalidad con la que los árboles lloran hojas en otoño. Un instante después, los perdí de vista. Miré hacia atrás, pero sólo encontré vacío. Tal vez sería arriesgado decir que eran felices con tan poca información, pero he de decir que sentí envidia. Sana o insana, era envidia.

Arquero Urbano

diciembre 02, 2008

El Error de George W. Bush

El día en que George W. Bush decidió acometer la invasión de Irak, olvidó que en la sagrada jerarquía que rige los derechos humanos, el primero de ellos es el derecho a la vida. No se entiende, de lo contrario, que el todavía presidente de los Estados Unidos hable de tal conflicto armado como de un simple error de gestión. En marzo de este mismo año, las cifras de muertos rondaban, según las estimaciones más bajas, los 82.000 ciudadanos iraquíes. Otros informes llegaban a los 600.000. Habría que sumar los 4.000 soldados americanos caídos en combate. Muchas vidas para hablar de un simple error, y para tratar de quedar impune ante un Mundo que debería exigir un castigo.

Volver cinco años atrás representaría un ejercicio imprescindible para cualquiera de nosotros. Ya advertimos en un artículo pasado que el Mundo estaba demasiado preparado para "acordarse de olvidar" hechos como los acontecidos en el país asiático. Es un ciclo que se repite con demasiada frecuencia. Primero, la sorpresa. Después, la indignación. Más tarde, el hastío. Por último, el olvido. Normalizamos las noticias, interiorizándolas en nuestro interior como acontecimientos puramente normales, propietarios del día a día como el levantarse y el dormir. Si uno pone el informativo, y escucha que en Irak ha habido un atentado, o en África un nuevo conflicto armado, el gesto es tan indiferente que da miedo. No sé si hablar de lejanía, de hedonismo, o de descorazonadora normalidad, pero los humanos olvidamos cada día aquello que nos hace clamar por la justicia en el Mundo. Si somos capaces de permitir que un informe erróneo de la inteligencia americana cueste tantas y tantas vidas sin hacer nada al respecto, estaremos olvidando por qué estamos aquí, si es que los que vivimos en este Mundo estamos para algo más que para vivir por y para nosotros.

Lo que diferencia el conflicto de Irak del resto es que fue decidido unilateralmente por países ajenos al alcanzado. Un día, alguien tuvo la idea de penetrar en tierras extranjeras, por la fuerza, bajo la coartada de llegar en nombre de la paz con el fin de instaurar la democracia y librar al mundo de una amenaza sin igual. Bastó una foto y unas reuniones de gala para formalizar una guerra a la que yo preferiría llamar invasión. No sé qué derecho les legitimaba, pero lo hicieron. Cinco años después, Irak es un país arrasado, sin control, y me atrevería a decir que más peligroso que el que se encontraron los soldados americanos a su llegada. ¿De qué ha servido todo esto? ¿En nombre de qué ha muerto tanta gente? ¿Basta con reconocer un error cinco años después para enmendar esta desgracia?

Seré breve, para terminar. Pido, en mi propio nombre, la presencia de George W. Bush y sus aliados ante el Tribunal Penal Internacional, respondiendo como partícipes de crímenes de guerra.

noviembre 26, 2008

El Cristal Invisible

Barcelona, 17:40 h. Salida del metro de Diagonal. La salida está dividida por cuatro puertas de cristal. Sólo una de ellas, la más escorada a la derecha, está abierta. Una mujer ciega se acerca, buscando la salida, hasta que su bastón tropieza con el cristal más alejado. Pasan varias personas, una tras otra. Casi todos la miran, dudando si intervenir, pero nadie llega a detenerse. La mujer tantea el cristal con su bastón, mientras camina lateralmente, buscando la abertura. Pasada una eternidad, un joven se para, la coge amablemente del brazo, y la acompaña a la calle. Hasta ese momento, pude contar otras diez o doce personas que no lo hicieron.

Arquero Urbano.

noviembre 19, 2008

Paul Diamond

Según Wikipedia,
  • Paul Diamond

"En un principio, fue compañero de Benji en el San Francis. Posteriormente, jugó con Oliver en el New Team, y se convirtió en su principal asistente tras la partida de Tom."


Para los no iniciados en la serie Campeones, la definición que acabo de poner puede sonar a cualquier idioma ininteligible. Los fanáticos, sin embargo (*) recordarán a Paul Diamond como uno de los grandes secundarios que nos dejó la serie japonesa.

Si recordáis, Oliver y Benji, protagonistas de la mítica serie, antes de ser compañeros, fueron rivales. El enfrentamiento de ambos, en el mítico Niupi-San Francis, dio lugar al primer gran partido que vivimos los seguidores de la serie. Aquel partido nos trajo el primer arrebato épico de Oliver, la aparición mesiánica de Tom Baker, o el guiño al catenaccio que supuso la estrategia de la Jaula (**). De lo que no todos se acuerdan es que, en las filas del San Francis, el mejor jugador de campo se llamaba Paul Diamond.

Paul era un jugador con clase, calidad y presencia. Tenía categoría suficiente como para dejarse notar en cualquier partido. Siempre se le veía lanzando los contraataques, ayudando en defensa, acompañando la llegada, y dando pases llenos de calidad. Todo ello hizo que, en las pruebas para conformar el equipo del New Team (***), la ayudante del entrenador dejara una sentencia para la historia: "qué bien se entienden Oliver y Paul". Yo, a mis escasos ocho años, vi la luz. Los genios se buscan entre ellos, y acaban encontrándose. Oliver y Paul, como genios que eran, se encontraron, y formaron una sociedad inquebrantable, tristemente ensombrecida por el enfoque mitómano que adoptó la serie, y que borró el recuerdo de jugadores tan valiosos como el que aquí reivindicamos.

Paul, durante la serie, fue obsequiado con migajas en términos de gloria, pero aquí estamos para rescatarlas del olvido. El inolvidable número 8 del New Team fue, en una demostración de picardía, el autor de uno de los cinco goles que, durante el Campeonato Nacional, su equipo endosó al orondo Teo Sellers (****). También fue el autor de un espectacular cabezazo en plancha ante el correoso Flynet de Philip Callaghan, que acabó resultando clave para que su equipo alcanzara su tercera final consecutiva contra el Tohu de Mark Lenders. Lamentablemente, a Paul se le negó la gloria en otras ocasiones. Recuerdo una, especialmente. La final contra el Tohu estaba reservada a Oliver Atom, y a los creadores les resultó inconcebible que un disparo certero y perfecto de Paul Diamond pudiera acabar en gol. Ed Warner, el acrobático portero del Tohu, no pudo llegar al balón. Éste se fue fuera por escasos centímetros. Los mismos que imposibiltaron que Paul Diamond fuera recordado como lo que fue realmente : el escudero de Oliver Atom, y la estrella silenciosa del New Team.

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(*) Entiéndase como fanáticos aquellos que crecieron creyendo que podían ejecutarse chilenas acrobáticas elevándose cinco metros sobre los demás, o que las redes de las porterías podían ser destrozadas por el impacto de un tiro supersónico

(**) Estrategia rastrera, dirigida por el capitán del San Francis, Benji Price, destinada a conservar el pírrico 2-1 con el que dominaban el marcador, y que consistía en pasarse el balón unos a otros, creando una jaula en la que era casi imposible recuperar el balón.

(***) Equipo resultante de la selección de los mejores jugadores del San Francis, el Niupi y otros equipos de la ciudad para competir en el Campeonato Nacional.

(****) Portero de enorme envergadura, capaz de ocupar toda la portería con su tamaño, y casi imbatible para los delanteros rivales.

noviembre 17, 2008

Otoño

Otoño llegó hace ya días a nuestras casas. Otoño es una estación melancólica, pero también un breve texto, escrito cuando aún valía la pena sonreir. Dejo aquí el que es, para mí, el regalo más personal que jamás haya escrito. Ya pudistéis disfrutarlo en Arquero Urbano, pero creo que es un buen día para redescubrirlo. No en vano, estamos en otoño.

OTOÑO


Unas gotas de agua salpican la ventana. ¿Dónde está el sol que últimamente me despertaba? Algo ha cambiado. El vendedor de helados ha dejado su puesto a la castañera. El abuelo de la camisa desabrochada ha cogido su vieja chaqueta de pana. La pareja que se perseguía por el rompeolas pasea tranquilamente cogida de la mano. El niño que nadaba en la piscina ha bajado al garaje a recuperar su balón. Mi madre saca cajas de encima del armario. Es la ropa de invierno. Será que el armario pide revisión de contenidos. Las palomas toman el testigo de las gaviotas. Las lágrimas, el de las risas. El azul cielo deja paso al marrón, al ocre y al gris. Los nostálgicos vuelven a la calle, algunos con cámara de fotos. Los rostros de la gente vuelven a tener algo que decir. Las mantas piden su turno. Quieren cubrir los cuerpos desnudos. Las canciones también lo hacen. Quieren cubrir las almas desnudas. ¿Será que la locura del verano ha dado paso al amor?

Los turistas se apuntan a la moda del cóndor y el tigre. Ya son especies en peligro de extinción. Los paraguas vuelven a ser negocio. ¿Se llevarán este año las capuchas? El despertador se hace fuerte, ahora que se está mejor entre sábanas. El álbum de fotos pide ser revisado. El hombre que pone las calles ha vuelto a madrugar. El parque se vacía para llenar el colegio. ¿Servirán los cuentos para adornar este mundo? Los zapatos se adueñan de la calle, pidiendo el fin de las sandalias. El granizado se evapora entre el humo del té recién hecho. ¡Hay que cambiar la carta, señor camarero! Se apagan las luces. La noche vuelve a tener sentido. Vuelve la calma, el silencio, la eterna espera de la lluvia esperando a ser derramada. Vuelve el viento transportando mensajes a lo largo del mar, sobretodo para quien quiera escucharlos. Acaba el día, y el sol añade rojo a su despedida. Será que quiere pintar el cielo para que brille más la luna.

Cambios y más cambios. Es la magia de las estaciones, aunque hay cosas que no permutan. La gente sigue agolpada ante el pozo de los deseos. Cualquier época del año sirve para soñar. Siguen puntuales en la iglesia. Sólo un siglo de retraso. Sigue llorando el bebé del quinto. Ahora tiene frío, antes calor. ¿Será que lo que le pasa es que está hambriento? Sigue el maquillaje sin sentido. Qué escasa es la gama de colores. Siguen ladrando los perros. ¿Cuándo cerrarán la perrera? Sigue el anciano poeta buscando su inspiración. Siguen los espejos caprichosos, desvirtuando la realidad. Y en algún sitio, escondidos, siguen Romeo y Julieta luchando juntos por su amor.

Oigo un castillo de fuegos. Hay fiesta en el pueblo, con sabor a despedida. El verano se aleja como un velero por el mar, y se agolpan los aldeanos saludando con la mano. Las mujeres van de luto, mas no es un adiós. Es un beso, un llanto, una sonrisa. Es un eterno recuerdo que nadie olvidará. Es un cambio. Un “dejo a mi hermano en mi ausencia, pero volveré”. Bienvenido sea el otoño. Buen viaje, querido verano.

Angel (26/10/2004)

noviembre 16, 2008

La Autodestrucción del Real Madrid

Uno de los mayores retos a los que puede enfrentarse una institución deportiva es el de dar forma a un proyecto bajo el que crecer. El Real Madrid, adalid de la casta, los imposibles y la épica, permanece en constante litigio con su pasado y su historia, y sigue mostrándose incapaz de gestionar, desde la cordura, un futuro que refunde y modernice sus valores, y los enmarque dentro de los cauces de la sensatez. El Real Madrid es incapaz de fraguar en un proyecto que le haga ser distinto a lo que ha sido casi siempre, y le haga reconocible por la estabilidad y el excelente aroma de lo bien hecho. Dicho de otra manera, el Real Madrid es incapaz de navegar en aguas tranquilas, porque parece no sentirse cómodo en la calma.

He aludido al pasado, debido a la permanente y obsesiva tendencia del Real Madrid a caminar hacia la autodestrucción. Recordando eras recientes, uno no puede olvidar el Real Madrid presidido por Lorenzo Sanz, un equipo que heredó la estructura arcaica y el ambiente desconfiado y cañí que rodeaba a Ramón Mendoza, pero que fue capaz de recuperar un puesto privilegiado en los altares del fútbol europeo. De todas formas, la necesidad de cambio, modernidad y seriedad hizo que los socios dieran un giro sorprendente, apostando por Florentino Pérez como presidente. Éste trajo criterio, estabilidad, solvencia económica y, de propina, a los mejores del mundo. El Madrid parecía estar en el buen camino, y completó tres años y medio siendo la envidia del mundo. Lamentablemente, optó por tirarlo (casi) todo por la borda. Se autodestruyó por culpa del acomodamiento de sus divos, y el proteccionismo y la locura pasajera del que los guiaba. El socio vio a su equipo sin ganar nada durante cuatro años, y recurrió a su actual presidente: Ramón Calderón.

Ramón Calderón cogió la presidencia del Real Madrid con la intención de romper con su pasado más reciente, y evitar cualquier comparativa con la era de Florentino Pérez. Tras unos inicios difíciles, el Real Madrid recurrió a su histórica manía por ganar cuando más imposible parece, y, tras una remontada sin precedentes, se llevó la más extraña, épica y emocionante Liga de la historia reciente del fútbol. Recuperada la fe, el Real Madrid se encaminó a iniciar un proyecto que, al menos, parecía coherente y distinto. Así, ganó su segunda liga con autoridad, dando pasos hacia adelante, pero respetando un margen de mejora que le permitiera consolidar lo ganado y seguir creciendo. En septiembre de este año se iniciaba el tercer año del proyecto Calderón. Han bastado dos meses para que todo lo ganado durante dos temporadas se haya quedado en nada, y para que el Real Madrid volviera a autodestruirse sin venir a cuento. ¿Qué ha llevado esta vez al Real Madrid a la situación actual? Veamos,
  • Ruptura con las premisas.
El Real Madrid de Calderón parecía creer en el rigor de un proyecto deportivo, en la cobertura de sus carencias mediante el estudio, y no el capricho. El Real Madrid, esta temporada, ha hipotecado su proyecto deportivo a la contratación de Cristiano Ronaldo, volviendo a la era que se pretendía borrar, aquella en la que Florentino Pérez era un loco obsesionado por vestir a los mejores del mundo de blanco, independientemente de las necesidades deportivas del equipo. Para colmo, esta hipoteca ha puesto algo doloroso sobre la mesa: Ramón Calderón no es Florentino Pérez, y Cristiano Ronaldo no está en el Real Madrid.
  • Solapamiento y Bicefalia en la Dirección Deportiva
Uno de los grandes misterios que rodean al Real Madrid es la definición de su organigrama deportivo. Sabemos que Pedrag Mijatovic es el director deportivo, y que Miguel Ángel Portugal (que llegó inicialmente para suplantar al montenegrino) es el secretario técnico. Lo que no sabemos es cómo se solventa la papeleta de que ambos opinen y decidan sobre el futuro del Real Madrid. ¿Consecuencias? Ineficacia en una política deportiva en el que se solapan demasiadas figuras, retrasando decisiones, dispersando objetivos, y oscureciendo la línea a seguir.

Este choque ha derivado en disputas notorias entre las preferencias de unos y otros, en el trabajo inútil de algunos (una propuesta de Portugal no sale adelante sin el ok de Mijatovic, y esto hace difícil entender la labor del primero) y, en definitiva, en una política totalmente ineficiente para el Real Madrid.
  • Error en la estrategia
¿Quién tuvo la brillante idea de decidir que Robinho sobraba en el Real Madrid? Tal vez, el mismo que decidió que había que traer a Cristiano. ¿Cómo no se han solventado las dos grandes carencias que tenía este equipo, que eran la figura de un delantero centro que supliera a Van Nistelrooy, y la presencia de un jugador de banda derecha? Daba igual; con Cristiano, el Real Madrid crecería por sí mismo. ¿Por qué Granero está en Getafe, y Javi García en el Real Madrid? Ni se sabe ¿Por qué Salgado o Saviola siguen formando parte de esta plantilla? Nadie los quiere, y menos a ese precio.

El Real Madrid invirtió parte de la pasada temporada en desacreditar, mediante la prensa, a dos de los miembros más importantes de la plantilla: Mahamadou Diarra y Robinho. Si bien el primero sigue en el equipo por la insistencia de sus compañeros, con el segundo vimos uno de los grandes ejemplos de pésima gestión que se haya podido ver en el fútbol. Ni se le renovó cuando tocaba, ni se supo frenar su marcha cuando el equipo se quedaba sin Cristiano. Para el Madrid, Robinho era el jugador que había que eliminar para que llegara el portugués. Diarra era el que ayudaría a financiar su fichaje con su venta. ¿Fue un diagnóstico equivocado? Tal vez sí, o tal vez no. Diarra y Robinho eran dos jugadores cuya baja, mediante una buena campaña mediática, podría ser entendida por la afición, y cuyo valor de mercado podría ser lo suficientemente atractivo como para financiar el fichaje del portugués. Dicho de otra forma, Diarra y Robinho eran perfectamente válidos, pero eran un caramelo para acumular dinero para traer al portugués.

El Real Madrid tenía una gran oportunidad para consolidar un grupo, reforzar a sus estrellas, y cubrir las necesidades detectadas. Lejos de ello, lo olvidó todo para darse un capricho que, finalmente, ni pudo darse. Sí, lo habéis adivinado. De nuevo, la autodestrucción.
  • Bloqueo Mental
Es evidente que todo lo dicho anteriormente no serviría para justificar el mal momento que atraviesa el Real Madrid. Hay factores que van más allá de lo comentado y lo meramente deportivo. El Real Madrid tiene un serio problema psicológico, que le hace entrar en un proceso de bloqueo, miedo y parálisis cada cierto tiempo. Yo lo llamaría el renacer de los fantasmas. Hay ciertas sensaciones que recuerdan a las ya vividas otros años. Si no hay suficiente entereza deportiva como para afrontarlas, el equipo descubre sus debilidades, pierde el mayor de sus activos (la fé, la fortaleza mental) y acaba siendo vulgar y vulnerable.

Lo comentado va más allá del entrenador y la situación actual, y tiene mucho que ver con el fondo. El Real Madrid tiene un serio problema de estabilidad, y ello habla de lo débiles que son sus cimientos. Se habla de cambiar a Schuster, de reforzarse, pero lo observado es sólo diagnosticable en un ámbito general. En ese, hay que poner sobre la mesa factores institucionales y psicológicos que, a fin de cuentas, están imponiéndose de manera demasiado rotunda como para que pasen desapercibidos. Hay muchas preguntas a hacerse, pero dejaré unas cuantas en el alero:

¿Confía el madridismo en su presidente? ¿Tiene la actual junta directiva la legitimidad y respaldo suficiente, tras unas elecciones delirantes y tétricas para la salud democrática, como para estar al mando del Real Madrid? ¿Puede haber unión en un vestuario en el que Raúl marca el ritmo de una manera tan descarada? Siguiendo con Raúl, ¿Cuántos años más podrá permitirse el Real Madrid cobijar en su plantilla a un jugador cuya realidad está siempre por encima de la del Club, sea para bien o para mal? ¿Cuándo decidirá el Real Madrid romper con su pasado y trazar nuevas líneas, de una manera decidida y no artificiera?

Al Real Madrid le da mucho miedo dejar de ser el Real Madrid, pero más miedo debería darle no volver a serlo nunca.

noviembre 09, 2008

Los Niños de Huang Shi

Existe un tipo de cine que podríamos definir como impersonal. Es ese cine en el que la autoría, y hasta el género, son cualidades demasiado difíciles de reconocer, sea quien sea la persona que haya detrás de la idea y ejecución de las mismas. Los Niños de Huang Shi, obra que recorre la epopeya del reportero británico George Hogg en la China ocupada por los japoneses durante los años 30, podría ser perfectamente un icono de ese tipo de cine.

Hollywood ha amparado infinidad de biografías y capítulos escondidos de la historia. En muchos casos, dichas propuestas esconden única y exclusivamente la ambición de generar un buen producto de marketing, pulido, vistoso, y lo suficientemente neutro como para no decepcionar a nadie. La película que nos ocupa encaja perfectamente en este estereotipo. Es difícil criticar Los Niños de Huang Shi. Trata un tema que, inevitablemente, resulta emotivo e interesante, y lo hace desde una óptica inusitadamente equilibrada. No se moja ni deja de hacerlo, básicamente porque el interés recae en el heroicismo de los protagonistas, y no en las causas y consecuencias de la barbarie. Tratar la épica supervivencia de un grupo de niños abandonados a su suerte es goloso, pero también envenenado. Es fácil caer en un dramatismo extremo y, si bien es cierto que el melodrama inunda la cinta, es suficientemente soportable como para llegar a las dos horas sin el alma excesivamente edulcorada.

Gran parte del mérito de lo comentado anteriormente debería recaer en el director. Es cierto que la labor de Roger Spottiswoode es meramente funcional, pero tampoco hay que negarle el oficio y experiencia con la que resuelve su trabajo. Por lo demás, en el reparto tenemos al siempre eficaz Jonathan Rhys Meyers, y a los inevitables Chow Yun-Fat y Michelle Yeoh, haciendo lo que mejor saben hacer: cubrir roles orientales de peso en una película rodada por occidentales.

Los Niños de Huang Shi es, en definitiva, una aceptable posibilidad de acercarse a una de esas pequeñas grandes historias que dejan las guerras. Historias anónimas en el tiempo, pero inevitablemente poderosas para quienes las vivieron. Dado que está rodada con oficio, no deja de ser una buena opción para salvar un domingo de cine sin pretensiones ni decepciones extremas. Sólo una reflexión para terminar, ¿Puede ser este film, sin querer serlo, una muestra de la mano que Occidente quiere tenderle a China para entenderse y encarar un futuro tan próspero como interesado? Todo es posible.

noviembre 05, 2008

Obama, el reto del cambio.

Hace unos tres años, ojeando el suplemento dominical del diario El País, me encontré con un reportaje que hablaba de políticos emergentes. En él, por encima del resto, resaltaba un tal Barack Obama. Supongo que me fijé en él por ser afroamericano, y ser considerado como un futuro candidato a ser presidente de los Estados Unidos. Esta mañana, pasando por el quiosco, Obama y Martin Luther King ocupaban las portadas de los diarios. El primero había hecho realidad el sueño del segundo, amén del suyo propio. Barack Obama es el primer presidente negro de los Estados Unidos de América.

La jornada ha tenido una trascendencia arrolladora en el panorama mundial. En un momento de incertidumbre económica y social, de miedo, de desencanto, de heridas abiertas y guerras sin terminar, era urgente que el principal actor de la escena internacional cambiara de uniforme. La victoria de Obama ha sido tan celebrada fuera de Estados Unidos como dentro. Cada uno tiene sus motivos. Europa, sin ir más lejos, se veía desamparada sin la referencia válida del país anglosajón. Si escuchan los comentarios sobre la crisis económica, se darán cuenta que muchos atañen al ya clásico "Empezó en Estados Unidos". Hoy, Europa necesita ser rescatada por alguien, y es evidente que Obama tiene buena pinta.

Los motivos de la victoria de Obama parecen claros, pero no es mala idea echarles un vistazo. La situación económica y el conflicto de Irak han tenido un coste altísimo para los republicanos, pero no hay que quitar méritos al nuevo presidente. Obama ha arrancado votantes del conservadurismo, esencialmente aquellos a los que la crisis económica ha golpeado brutalmente, pero también ha logrado llevar a las urnas a quien no había votado nunca. La estrategia del "Yes, we can" ha sido demoledora. Casi tanto como una puesta en escena sin precedentes. Obama es, tal vez, lo más cercano a un líder de masas que ha visto este planeta en mucho tiempo. Habla con temperamento, convicción, energía y astucia. Si confirma lo que parece ser, podemos estar ante un político irrepetible. ¿Ideales? Es un progresista, alejado del anquilosado ideal que ha predicado Bush, pero mucho más cercano al centro que lo desearía el que vé en él un revolucionario. De todas formas, es normal. Estados Unidos es un país a gestionar con tacto, en el que la máquina de los cambios está aún engrasándose.

La herencia recibida por Obama es envenenada. Hay mucho que agradecerle a la Administración Bush. El nuevo presidente debe compatibilizar la creación de un sistema más igualitario con el control de una crisis que está mostrándose implacable. A Obama le van a pedir que salgan los números, pero también que equilibre las desigualdades sociales. Necesita un dinero que tal vez no tenga, y cualquier medida va a ser observada con lupa. Bush también ha hecho los deberes con el resto del Mundo. Hoy, Estados Unidos es un país con el que es imposible dialogar, que marca territorio hasta el límite de despreciar al que le planta cara, y que hace de la diplomacia un disparate sin más valía que la foto de rigor. Estados Unidos, con Obama al frente, se encamina hacia el reto de corregir un error tan grave como prepotente. El país anglosajón debe demostrar que quiere ser parte del Mundo, y hacer del trillado multilateralismo algo sincero. El Mundo necesita de Estados Unidos, pero Estados Unidos también necesita al Mundo. Los nuevos retos a los que todos nos enfrentamos nos necesitan a todos. Y todos somos todos, aunque no siempre nos guste.

Sirvan estas líneas para darle la enhorabuena a Barack Obama. Esperemos que pinte Estados Unidos del deslumbrante color que nunca debió perder. Es el anglosajón un país que, probablemente, haya dado una gran lección democrática para demostrar que una crisis puede servir para mostrar fuerza, y no derrotismo, y que está, por encima de todo, para reaccionar en lugar de lamentarse. Estados Unidos quiere volver a liderar el Mundo. Estados Unidos le da la palabra a Obama. Congratulations, Mr. President.

octubre 31, 2008

Dos Cuentos de Halloween

Nadie como un niño sabría describir el miedo. Una mirada virgen camina constantemente por el sendero de lo desconocido. Todos hemos tenido miedo a apagar la luz y a encenderla; a despertar y a dormir; a aquella casa abandonada; a aquel viejo vagabundo. Hace unas semanas, los que aquí escribimos nos planteamos un reto el uno al otro. Escribiros a todos dos relatos para Halloween. Juramos que no hemos sabido nada de lo que el otro escribía. No hasta hace unos minutos. El miedo nos recorre al pensar que nuestras historias beben de las mismas fuentes. Eso nos hace pensar que alguien lo ha escrito en nuestro nombre. Sea como fuere, esto va dedicado a quienes han sido niños alguna vez. Apagad las luces.. Empieza la función.

Ángel Ruiz y Héctor Gómez.



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Destellos en la Noche (por Ángel Ruiz)


Joel tenía su mirada clavada en el fondo de la habitación, allá donde el color dorado se apagaba lentamente tras el cálido adiós de su madre. La minúscula luz del pasillo era lo último que veía antes de enfrentarse a la noche. Cinco años recién cumplidos eran muy pocos para no tener miedo a apagar la luz, y saber que puede haber paz en las tinieblas y horror en las primeras horas del alba. Los primeros instantes de soledad siempre pasaban lentos, siendo la cama un inmenso desierto que su pequeño cuerpo no alcanzaba a cubrir. Para protegerse de las sombras, Joel escondía pudoroso su cara bajo las sábanas, y dejaba que en su aliento flotaran los rastros del delicioso postre con el que acababa la cena. Poco a poco, la mente se relajaba, dando paso a un viaje en el que su lecho se convertía en una gran alfombra mágica que lo transportaba por los aires a través de casa. La parada favorita de Joel era la cocina. Desde lo alto, se veía a sí mismo sentado en la mesa antes de merendar, con expresión de pillo en la cara y las piernas colgando de una silla caprichosamente alta. Allí, el pequeño esperaba impaciente el sonido de la leche cayendo en la taza, mientras la isla de chocolate aguardaba a ser atravesada por la cuchara de la justicia. Mamá le miraba sonriente mientras acariciaba sus cabellos. Todo lucía lleno de color y luz, desde los blancos azulejos al recuerdo invisible de su padre.

Cuando la calma del regreso llegaba a la alcoba, Joel se convertía en el valiente aventurero que jugaba cada noche a buscar luz en las tinieblas. Poco a poco, sin confiarse, el pequeño reptaba hacia arriba bajo las sábanas, hasta que llegaba a rozar los lindes de la almohada con su rubia cabellera. Al descubrir la superficie, Joel cerraba fuertemente los ojos, hasta que los párpados y la nariz se arrugaban como el hocico de un roedor. Unos instantes de concentración bastaban para que la oscuridad se convirtiera en una pared impenetrable. Era entonces cuando aparecía la magia, creando decenas, cientos, miles de destellos de luz que se multiplicaban por todas partes para gozo del pequeño. Nadie más conocía el truco. Y él tenía claro que no iba a compartirlo con su amigo Marcos, a menos que éste le dijera cómo podía su peonza rodar tanto tiempo sin caer.

Aquella noche, los destellos aparecieron, como siempre, tras la más orgullosa de las sonrisas de Joel. Ya era un hombrecito preparado para abrir los ojos en la oscuridad. A su orden, las pestañas acudieron raudas, abriendo los ventanales que dejaban paso a su mirada. En ese momento, la penumbra dejó de serlo para convertirse en una foto grisácea y difuminada de la habitación. Una tenue luz se filtraba por la ventana que daba al patio de luces. Tal vez fuera el vecino del segundo, el escandaloso, como lo llamaba mamá. Los ojos de Joel barrieron la habitación. La sábana se extendía ante él, como un lago que cruzar antes de posarse en tierra firme. Al fondo estaba el armario, al que Joel nombraba cada mañana guardián del cuarto. El recorrido siguió por las paredes, hasta divisar la imagen recortada de la estantería, donde descansaba su foto con el disfraz del Capitán Garfio. Cada sombra parecía estar en su sitio, incluida la de la silla donde mamá se sentaba para leerle.

Cuando Joel volvió a acordarse del destello, éste ya menguaba en el horizonte. Volvió a jugar con él, moviéndolo de la estantería al armario, haciéndolo girar en el aire, y llevándolo rápidamente hasta la silla. De repente, el centelleo se detuvo, clavando su mirada. El aliento del pequeño se quebró, llenando la habitación con un sonido ahogado y terrible. Lo que siguió convirtió la eternidad en un simple suspiro. La mirada permaneció hundida en la silla, sin poder apartarse. Una sombra se recortaba sobre ella, sin haber pedido permiso para estar ahí. Una sombra que acabó con el destello, con el tiempo y con el ensordecedor silencio. Joel se quedó inmóvil, incapaz de reaccionar. De querer gritar, el aire no habría llegado a los pulmones. De querer correr, las piernas no habrían respondido. Sólo una lágrima que se abría camino ante el miedo acudió al rescate. Los segundos fueron largos, pero segundos al fin y al cabo. Los suficientes para volver a deslizarse bajo las sábanas, mientras el corazón se disparaba en mil latidos. Los suficientes para acurrucarse sin querer preguntarse qué o quién estaba sentado en su silla.

Fuera, Olga se dirigía hacia su habitación, cubierta con una bata. Mientras caminaba, un inesperado escalofrío recorrió su cuerpo. El temblor le hizo pensar que tal vez habría cogido frío en la terraza, mientras fumaba el último cigarrillo del día. Se paró ante la puerta de Joel, dudando si entrar para ver si ya dormía. Agarró el pomo de la puerta sin decisión. ¿Cuándo habría crecido lo suficiente como para no robar su intimidad en plena noche? El frío volvió a hacer acto de presencia. Qué extraña intensidad, para estar en otoño. Olga abrió con delicadeza y escudriñó el imperturbable silencio. Duerme –pensó para ella-. De haber estado despierto, Joel habría gritado “¡Te pillé!”. Olga cerró la puerta. Podía ir a dormir tranquila.

Bajo las sábanas, Joel había escuchado cómo se cerraba la puerta. Mamá no estaba con él. Su voz le había traicionado, impidiéndole gritar. Tal vez había sido ese maldito frío, que no paraba de arreciar. Tras oír el sonido de la madera encajada en el marco, Joel hizo de su cuerpo un ovillo, acurrucándose contra la pared. Cerró los ojos hasta el dolor, y mordió sus labios para que el castañeo de sus dientes no fuese escuchado. De pronto, un sonido le llegó de fuera. Fue algo leve, sin definir. Quizás, el gesto de una rodilla al levantarse. O el de un pie iniciando un primer paso. El pánico invadió la habitación, paralizando al niño en medio. El sonido se iba haciendo pavorosamente cercano. Joel, asustado, se agarró con fuerza a la sábana, respirando inquieto el escaso aire que quedaba en su escondite. No podía pensar, ni pedir milagros. ¿Qué debía hacer, acorralado como estaba por una sombra? De repente, la sábana que le cubría empezó a moverse, separándose de su cuerpo. Joel se aferró a ella, pataleando y llegando a morder la tela. Todo fue inútil. Su cuerpo fue entregado a la noche, sin parar de temblar y con los ojos negándose a mirar. –Tranquilo, Joel- El susurro le atravesó como una flecha, acompañado de una mano helada que cayó sobre su hombro. –Tan sólo quería verte dormir- Joel abrió los ojos, pero nada pudo ver. -Ya me voy, pequeño- acertó a escuchar antes de que el frío desapareciera.

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Intenta no Respirar (por Héctor Gómez)


Intenta no respirar...


Sus pequeñas piernas parecen de plomo, se mueven como lastradas por un enorme peso. Todo su cuerpo parece estar sumergido en una piscina de un líquido mucho más denso que el agua. Trata de girar la cabeza pero su cuello no responde, está anquilosado, fijo, mirando al frente, hacia la oscuridad más absoluta. No puede mirar atrás pero siente que algo le persigue, algo terrible, algo que su pequeña mente infantil ya puede reconocer como peligroso, como maligno, como diabólico. Le gustaría gritar, intenta chillar con todas sus fuerzas. Cierra los ojos y se concentra en crear la mayor cantidad de ruido posible, pero su grito se ahoga en su garganta, apenas resuena en sus oídos como un rumor lejano, como la pequeña súplica de un ser insignificante desde las entrañas de la Tierra.


Intenta no respirar....


Parece que esa es la única manera de sentirse a salvo. Siente que cualquier movimiento, cualquier atisbo de vida será detectado por aquello que le persigue. Contiene la respiración, intenta guardarse hasta el último aliento en los pulmones. Pero pronto siente un pequeño mareo, una irreal sensación de abandono. Parece pesar todavía más. Algo le dice que va a morir si continúa así, con esa extraña idea sobre la muerte que tienen los niños, entendida como el fin de todo, sin ninguna connotación. Expulsa el aire, y al instante nota como aquella presencia se hace más evidente, como si le esperara agazapada entre las sombras. No la ve, siempre está detrás de él, pero la siente. La siente cercana, expectante, ansiosa de abalanzarse sobre su pequeño cuerpo. Apenas tiene ocho años, pero ya imagina lo que podría pasar si aquello llega a alcanzarle.


Intenta no respirar....


Reanuda la huida, con todo el peso del mundo sobre su cuerpo. Su mente ordena un movimiento rápido, pero sus miembros responden con pesadez. No corre, flota. No huye, se mueve en círculos, hacia ninguna parte. Sin ninguna salida. Aquello está cada vez más cerca, sigue sin verlo pero esta vez puede escuchar su voz. Una voz granulosa, inhumana, ni siquiera animal. No podría relacionar esa voz con nada de lo que había escuchado hasta ese momento. Sin embargo, puede entender lo que dice. Está hablándole, o aún mejor, está cantándole. Una canción cuya letra cree reconocer, pero que está anclada en un pequeño recodo de su mente, ese recodo que contiene los recuerdos que nos ocultamos, todo aquello que escondemos porque no podemos soportar. Conoce la letra, en algún momento la ha escuchado, quizá en otra huida anterior. Pero no quiere escuchar como termina. Intuye que el final contiene un destino terrible.


Intenta no respirar....


Esa voz...un simple sonido que se le hace insoportable al oído. La misma voz de la muerte, del terror, una voz que sugiere un pozo sin fondo, una caída hacia la oscuridad que parece no tener fin. Siente escalofríos, sus miembros se le hielan. Nota la presencia justo por encima de su cabeza, o más bien por todas partes, como si le rodeara. Se detiene, o quizá no había podido moverse hasta entonces. Cierra los ojos con fuerza, intentando conjurar el pánico. Una lágrima se queda atrapada dentro de su ojo y se le clava como un puñal helado. Contiene la respiración una vez más, no le importa que sea la última. La voz se materializa cada vez más próxima, y sigue cantando una especie de letanía burlona, con la tranquilidad que otorga el saber que la presa está acorralada:


“No huyas pequeño, no puedes escapar

Estés donde estés, te puedo encontrar

Bajo las sábanas o en tu armario puedo morar

Soy tu fiel compañero, el miedo mortal

Estés donde estés...”


La última palabra parece prolongarse hasta la eternidad, se incrusta en sus oídos y arraiga en ellos. Un estallido en su cabeza le hace perder levemente la noción del tiempo y del espacio. De repente, todo se difumina, empieza a dar vueltas. Y, por fin, se ilumina. Cuando consigue reunir fuerzas para abrir los ojos, la lágrima helada se desliza por su mejilla. De pronto la voz parece haber desaparecido, las tinieblas se apartan y dejan paso a un haz de luz que pronto reconoce como acogedor, como familiar. Mira alrededor y reconoce su pijama, su cama, sus juguetes, su ropa colgando en el respaldo de la silla. Y reconoce a su madre, con aspecto preocupado sosteniendo el pomo de la puerta. Por primera vez respira aliviado, está deseando saltar de la cama y abrazar con fuerza a su madre, sentir un calor protector tras tanto terror helado.


Pero en lugar de eso, lo que ve le deja paralizado, sin respuesta posible. Ve a un niño de ocho años abalanzarse sobre su madre. Lleva su mismo pijama, el mismo corte de pelo, la misma marca de nacimiento en la nuca. No tiene ninguna duda de que es él mismo. Pero él no está allí, a salvo con su madre, está aquí. Pero nadie parece verlo, su madre no se da cuenta. Quiere gritar, pero se encuentra de nuevo con ese rumor lejano. Ve alejarse a su madre con aquél niño que es él pero no es él en sus brazos, la ve cerrar la puerta. Adiós a la luz, regreso a la oscuridad. Han desaparecido su cama, sus juguetes, la ropa colgada de la silla. Y ha vuelto la voz, más fuerte que antes, más burlona. Más segura de su triunfo. Por fin puede acabar su canción maldita...


"Estés donde estés, te puedo encontrar...."


Intenta no respirar....

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octubre 19, 2008

Quemar después de Leer

Tras batallar con la enorme carga dramática que encerraba en su interior la poderosa "No es país para viejos", es ya una teoría extendida que los hermanos Coen han querido aprovechar el rodaje de "Quemar después de leer" para disfrutar y relajarse. Tal premisa ha actúado de caramelo envenenado, logrando que más de un espectador haya ido al cine con pocas ganas, esperando ver una obra decididamente menor y sin excesivas pretensiones. No voy a ser yo quien desmienta la dimensión lúdica que haya podido tener este rodaje para la pareja de directores. El tono desenfadado que recorre la película y la irreverente mirada que proyecta sobre la América New Age invita a pensar en altas dosis de carcajadas. Mi teoría es que los hermanos Coen tenían ganas de hacer "Quemar después de leer" para, valga la redundancia, demostrar las ganas que le tenían a más de uno.

El primer plano de la película muestra una imagen de América tomada desde fuera de la Tierra. Poco a poco, la cámara va avanzando, reduciendo el marco, agrandando el detalle, y acabando tras unos pasos que recorren un edificio de la CIA. Los Coen empiezan, sin disimulo, con el movimiento que ejecutamos muchos de nosotros en el famoso Google Earth. Un guiño a la actualidad, al que se van uniendo durante el metraje parodias de los programas de fitness, la cirugía estética, las citas a ciegas, las crisis matrimoniales y, sobretodo, la inteligencia militar. ¿Y todo para qué, os preguntaréis? ¿Para qué tirar de clichés? Parece una idea sacada del informativo de turno, pero no me negaréis que no hay mejor modo que retratar una sociedad un tanto idiota, regida por idiotas, que enseñarnos a todos las idiotas costumbres y preocupaciones que la caracterizan. Y uso el término idiota porque es la sutil y concisa forma de llamar(nos) que tienen los Coen en esta película.

El qué y el cómo son imprescindibles para hablar de "Quemar después de leer". Construir una historia, por muy paródica que sea, desde clichés, puede tener como consecuencia la crítica basada en el recurso facilón. La teoría se desmonta cuando vemos que tales clichés sólo son parte de un mecanismo tan sólido como es el guión de esta película. Hemos visto grandes ideas fracasar por la forma de llevarlas a cabo. Aquí nos encontramos con una idea "menor" adaptada con un ingenio y un oficio exquisitos. Ello nos hace reflexionar con dos ideas que trascienden la película. Una es el momento que vive la comedia americana. Últimamente, vemos al cine americano viviendo una especie de Edad de Oro en lo que a este género se refiere. El nulo disimulo con el que los cineastas anglosajones cargan contra los ideales y los mitos en los que navega Estados Unidos está dando como resultado un número nada desdeñable de magníficas comedias. Ya hablamos el otro día de Tropic Thunder. El segundo aspecto sobre el que debemos reflexionar es el que hace mención a Ethan y Joel Coen. Pocos casos hay de cineastas tan prolíficos y regulares como estos dos hermanos. Bien es cierto que no siempre firman una obra maestra. A decir verdad, han firmado pocas, pero no es menos justo reconocer que hasta sus propuestas menos brillantes suelen estar muy por encima de la media.

En conclusión, podemos decir que "Quemar antes de leer" está rodada con tono relajado y desenfadado, pero también que ello no debe ser obstáculo para disfrutar de su ingenio, su guión y sus excelentes gags. Sólo un apunte más: J. K .Simmons. El jefe de Peter Parker (y padre de Juno) vuelve a demostrar su estado de gracia. Que dure. Cada plano que le tiene a él como protagonista es una magnífica noticia.

octubre 16, 2008

Tiro en la Cabeza

La magnífica "La Soledad", de Jaime Rosales, mostraba, a través de un recurso formal tan atrevido como la polivisión (división de la pantalla para mostrar una escena desde diversos ángulos), como era posible hablar sobre una cuestión de fondo desde la manipulación de la forma. En la anterior película del director español, sensaciones como la pérdida y el vacío parecían multiplicarse al dividirse la pantalla. Podría parecer paradójico, pero el recurso funcionaba. Tiro en la Cabeza, la nueva y comentada propuesta de Rosales, nos lleva a similares consecuencias. Es una de las películas más ruidosas que yo recuerde. Al menos, entendiendo el ruido como yo lo entiendo. Curiosamente, es una obra en la que no escucharéis ni un sólo diálogo.

Afrontar el terrorismo desde la óptica del cine es complicado. Hasta hoy, ha sido prácticamente imposible alejarse de posiciones morales o partidistas, que un día humanizan o deshumanizan al ejecutor, y otro día encuentran héroes en el bando que más interese. Rosales, con su película, muestra, en 80 minutos, un magnífico ejemplo de la reducción al absurdo. Mucho se ha hablado del conflicto etarra, y de la imperiosa necesidad de separar el debate político del conflicto armado para solucionarlo. Rosales da un paso que no debería caer en saco roto. El asesinato es absurdo por naturaleza. Había una necesidad imperiosa de aislarlo de discursos, y desnudarlo para que lo veamos en su más contundente expresión. El asesinato es el fin de todo, del ruido y del silencio, que es precedido por todo y que antecede a la nada.

El director de Tiro en la Cabeza muestra, pese a la introducción de nuevos códigos formales, un caminar semicontinuísta en lo que a su anterior obra se refiere. Volvemos a observar una realidad con un tono seco y desangelado. La interpretación (si es que puede hablarse de este término) sigue los caminos del naturalismo con convicción. Es tal su acercamiento a la esencia de lo real, que nos costará creer que no es la grabación real del dramático atentado de Capbretón. Rosales saca la cámara, y la expone a la crudeza del mundo. Alguno interpretará el día a día del etarra como un intento de humanizarle. Yo creo que ese día a día no es más que la ropa manchada por el disparo.

Tiro en la Cabeza es una película imprescindible, diferente, de recomendable visión para todos y cada uno de los habitantes de este país que se hacen preguntas sobre el terrorismo. Jaime Rosales vuelve a demostrar, con su inquieta mente, que el cine español esconde talento bajo su devaluada imagen pero, además, aporta una visión aterradora sobre uno de los temas más complejos y dramáticos que nos afectan. Un tiro en la cabeza es un tiro en la cabeza. Frío, crudo y real.

octubre 13, 2008

Delfines

Cuba, 1999. Apunte breve sobre la historia de Elián González.

"Elián González partió desde Cuba con su madre, en busca de un futuro mejor. Viajaban junto a otras personas en una pequeña balsa, con Norteamérica en el horizonte. La balsa estuvo varios días a la deriva, hasta que todos perecieron. Todos, salvo el pequeño Elián, quien, agarrado a un salvavidas, quedó a merced de la mar. Días después, Elián fue rescatado por un barco de pescadores. Al relatar su historia, el pequeño afirmó haber sido acompañado por un grupo de delfines durante su sufrido viaje"

Nueva Zelanda, 2004. Noticia emitida por la BBC.

"En las aguas que rodean Nueva Zelanda, tres socorristas y la hija adolescente de uno de ellos se encontraban haciendo prácticas de submarinismo. Durante la inmersión, atisbaron la llegada de un tiburón blanco, que se acercó peligrosamente a ellos. Los cuatro submarinistas calcularon la distancia que les separaba de la orilla, pero se percataron que no había tiempo para escapar. Todo parecía perdido. De pronto, un grupo de seis delfines apareció de la nada y, durante 40 largos minutos, se interpuso entre ellos y el tiburón. No les abandonaron en ningún momento, ni siquiera para volver hasta la orilla"

Islas Galápagos, 23 de abril de 1987. Crónica recogida del libro "Andorra, entre alisios y tifones", de Avelino Bassols Llopart.

El yate "Andorra" navega próximo a las Islas Galápagos. Avelino Bassols Llopart, capitán del navío, dejó este testimonio en su libro "Andorra, entre alisios y tifones":

“Al acercarnos al archipiélago, la primera isla que debíamos encontrar era la de Tower o Genovesa, nombre dado por ingleses y españoles respectivamente. Según nuestros cálculos, la pasaríamos de noche, a unas 10 millas por estribor, por lo que no debíamos temer nada. Pero aquella noche, que era tan negra que daba pavor e íbamos muy tensos por ello, vimos de pronto que nos seguían varios delfines. El hecho es normal por estas latitudes, pero su comportamiento no lo era. Los delfines se movían de un modo extraño, refregaban su lomo contra el casco por estribor y emitían unos chillidos agudos y raros. Joaquín, que estaba de guardia en la rueda, Félix, que intentaba dormir en el interior, y yo, que trabajaba en la mesa de cartas, nos dimos cuenta del fenómeno y salimos a cubierta. En ese momento vimos con espanto que estábamos a unos escasos 50 m de unas rocas negras que se nos aparecían amenazadoras."

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Esta entrada adapta los testimonios emitidos en el programa "La Rosa de los Vientos", de Onda Cero, el 21 de septiembre de 2008.

octubre 11, 2008

¿Apocalipsis o Nuevo Mundo?

El Mundo no se crea ni se destruye; sólo se transforma.

Cuando la población mundial se expone a una crisis económica como la que estamos viviendo en nuestros días, surgen las preguntas, la incertidumbre, la desconfianza e incluso el replanteamiento de la estructura que ha originado esta situación. En resumen, se estudia el pasado, el presente y el futuro, y se llega al incómodo pero necesario paso de cuestionar todo aquello en lo que hemos creído hasta hoy. No es la intención de este artículo exponer un nuevo y aburrido teorema sobre las causas y consecuencias de la actual crisis, sino de lanzar una pregunta global, que aproveche el entorno macroeconómico en el que vivimos, y que vaya más allá de todo lo expuesto hasta ahora: ¿Estamos dando los primeros pasos hacia un Nuevo Mundo?

Las bases del capitalismo han estado intímamente ligadas a la generación de riqueza. Si aceptamos como punto de partida que el capitalismo ha actuado, desde Occidente, como motor del crecimiento del aceptado como Primer Mundo, uno debería cuestionar si esas mismas bases tienen algo que ver con la actual situación. Sin entrar en detalles, no hay duda al respecto de una premisa casi incuestionable : El capitalismo tiene a la ambición como perro de presa, y es la ambición mal entendida una de las grandes causantes de lo que está pasando. Podemos hablar de hipotecas subprime, de burbujas inmobiliarias y de muchas otras causas. Las acepto todas, pero yo prefiero hablar de la ambición como elemento generador de dichas causas.

Hay una gran correlación entre microeconomía y macroeconomía. Para entender un problema global, es mucho más sencillo partir de un problema particular. Cuando las malas artes, la codicia y la ruptura de cualquier reglamento están detrás de cualquier operación llevada a cabo en cualquier estamento del circuito económico (y ya podemos hablar de una inmobiliaria que engaña, de un banco que estafa, o de una empresa que explota), es muy probable que también lo estén tras una crisis mucho más amplia. Tal vez el capitalismo era y sigue siendo el mejor entorno en el que crecer, pero está claro que la explotación de sus límites ha terminado por jugarnos una mala pasada. ¿Os suena de algo la frase "Esto tiene que reventar por algún lado"? La han pronunciado muchos ciudadanos de a pie.

Hay un análisis a tener en cuenta fuera de la crisis actual, y es el que hace referencia a la composición del Mundo. Durante los supuestos años de bonanza, hemos querido olvidar que un altísimo porcentaje de la población mundial ha seguido y sigue pasando penurias. Bien sea por regímenes de gobierno infames, por herencias envenenadas, por escasez de recursos o por la gracia de Dios, muchos habitantes del planeta se quedaron sin probar el pastel. La paradoja nos lleva a imaginar una situación en la que la peor crisis imaginable a corto plazo en Europa es apabullantemente más deseable que la realidad habitual de muchos otros países. Ello concibió un orden mundial en el que la riqueza ha sido repartida entre pocas manos, con síntomas claros de explotación, y en el cual reflexionábamos desde la distancia acerca de si la pobreza en el Tercer Mundo era por causa natural o por la dichosa globalización; dando por hecho que el orden de los factores (pobres-ricos) era inamovible.

Hay quien, acertadamente, cree en los ciclos. La historia está marcada por episodios en los que el poder ha ido cambiando de manos durante periodos más o menos largos. Es posible que Occidente haya crecido a costa de muchos y, tal vez, de su propia subsistencia. También lo es que la emergencia de nuevas potencias (China, India) la silenciosa resurrección de Rusia, la enorme presencia de capital privado en Oriente Medio, y los datos que nos llegan sobre el crecimiento de países como Brasil, son síntomas suficientes como para establecer el boceto de una teoría: El Mundo puede no estar enfrentándose al Apocalipsis, sino a un enorme giro de timón.

Mucho se ha hablado de Estados Unidos en estas últimas semanas. El gran gigante que escribió gran parte de la historia del siglo XX está recibiendo un severo castigo que le hace mirar fuera con el respeto que le ha faltado en otros tiempos. El país anglosajón es objeto de la desconfianza de unos, la expectación de otros, y el desafío de quienes hablan cada vez más en serio. Es algo que no debería caer en saco roto, y que asoma en el fondo de los problemas de un país que ya parece tener bastante con lo suyo. Tal vez sea el momento en que Occidente se vea obligado a escuchar nuevas voces. Hay mucho que aprender de una crisis que, tal vez, era necesaria. Creo que se están escribiendo las últimas páginas de una realidad, y las primeras de otra. Tal vez un Nuevo Mundo esté llegando. El tiempo lo dirá.