La crisis financiera que sacude los estamentos economicos mundiales podría traer consigo, en un hipotético entorno autocrítico, una oportunidad única para arrojar luz sobre los mecanismos subterráneos que, bajo el prisma cegador que han otorgado los grandiosos beneficios recogidos durante la etapa de bonanza, han extendido sus redes con la complacencia y pasividad de los estamentos de control. Pongamos como caso la popular estafa de Bernard L. Madoff, ya conocida como el mayor fraude financiero de la historia, y que parece haber supuesto el golpe de gracia a la resentida estructura monetaria de Estados Unidos. Este fraude no es tan grave por el importe afectado (50.000 millones de $ que pueden ya darse por perdidos), como por la plasmación irrefutable de la ilegalidad y la desconfianza como dos de los motores de la crisis contemporánea. Destapar asuntos tan preocupantes como éste trae consigo muchas preguntas sobre las políticas de control practicadas estos años, sobre el real alcance de la crisis que nos ocupa, y sobre la incomprensible ignorancia de las instituciones ante las debilidades del sistema. Una pregunta surge obligada entre las fibras de este razonamiento. ¿No se veía realmente, o no se quería ver?
La pregunta más dramática que se hace cualquier inversor o ahorrador, actualmente, es si el dinero que le aseguran que tiene en su cuenta o fondo existe realmente. Hay una sensación extendida acerca de la virtualidad del dinero. Todos vemos cada día como se mueven ingentes cantidades a través de transferencias, aportaciones a fondos, traspasos y millones de movimientos de dinero virtual. El ciudadano de a pie empieza a preguntarse si bajo esas órdenes electrónicas hay dinero real. Dicho en otras palabras. ¿Ha crecido la economía mediante el pago de dinero real? Dudar ante la respuesta haría temblar cualquier estamento. Hay quien dice que el caso Madoff ha afectado, ante todo, a grandes fortunas, pero nadie debe olvidar que su negocio virtual tenía como partícipes, entre otros, los fondos de pensiones de varias gestoras. ¿Qué garantías puede tener un ciudadano sobre la solvencia y seguridad de sus ahorros cuando la primera economía mundial no es capaz de detectar tamaño fraude?
La crudeza de los números ha destapado las alarmas, y el sistema financiero debería empezar a asumir que debe replantear el modelo entero para volver a resucitar. Detecto gran prisa por superar esta crisis, por arreglar unos números que parecen importar más que lo que se esconde detrás de ella. Es por ello que hablaba de hipotético entorno autocrítico. ¿Será capaz el Mundo industrializado de hacerse preguntas reales, y replantearse un modelo que, cuando ha reventado, amenaza con dejar un panorama mucho peor que el inicial, o se conformará con forzar la bonanza de unos números que, tras su naturaleza virtual, permiten situaciones como la vivida con el escándalo Madoff?
Una reflexión demagógica para terminar. 2 terceras partes del mundo pasan hambre. Hay países en los que la crisis es sólo una palabra lejana. Eso ya lo escondía el modelo económico cuando las cosas "iban bien". Ahora que van mal, el hambre ya tiene compañía, y ésta se llama crisis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario