OTOÑO
Unas gotas de agua salpican la ventana. ¿Dónde está el sol que últimamente me despertaba? Algo ha cambiado. El vendedor de helados ha dejado su puesto a la castañera. El abuelo de la camisa desabrochada ha cogido su vieja chaqueta de pana. La pareja que se perseguía por el rompeolas pasea tranquilamente cogida de la mano. El niño que nadaba en la piscina ha bajado al garaje a recuperar su balón. Mi madre saca cajas de encima del armario. Es la ropa de invierno. Será que el armario pide revisión de contenidos. Las palomas toman el testigo de las gaviotas. Las lágrimas, el de las risas. El azul cielo deja paso al marrón, al ocre y al gris. Los nostálgicos vuelven a la calle, algunos con cámara de fotos. Los rostros de la gente vuelven a tener algo que decir. Las mantas piden su turno. Quieren cubrir los cuerpos desnudos. Las canciones también lo hacen. Quieren cubrir las almas desnudas. ¿Será que la locura del verano ha dado paso al amor?
Los turistas se apuntan a la moda del cóndor y el tigre. Ya son especies en peligro de extinción. Los paraguas vuelven a ser negocio. ¿Se llevarán este año las capuchas? El despertador se hace fuerte, ahora que se está mejor entre sábanas. El álbum de fotos pide ser revisado. El hombre que pone las calles ha vuelto a madrugar. El parque se vacía para llenar el colegio. ¿Servirán los cuentos para adornar este mundo? Los zapatos se adueñan de la calle, pidiendo el fin de las sandalias. El granizado se evapora entre el humo del té recién hecho. ¡Hay que cambiar la carta, señor camarero! Se apagan las luces. La noche vuelve a tener sentido. Vuelve la calma, el silencio, la eterna espera de la lluvia esperando a ser derramada. Vuelve el viento transportando mensajes a lo largo del mar, sobretodo para quien quiera escucharlos. Acaba el día, y el sol añade rojo a su despedida. Será que quiere pintar el cielo para que brille más la luna.
Cambios y más cambios. Es la magia de las estaciones, aunque hay cosas que no permutan. La gente sigue agolpada ante el pozo de los deseos. Cualquier época del año sirve para soñar. Siguen puntuales en la iglesia. Sólo un siglo de retraso. Sigue llorando el bebé del quinto. Ahora tiene frío, antes calor. ¿Será que lo que le pasa es que está hambriento? Sigue el maquillaje sin sentido. Qué escasa es la gama de colores. Siguen ladrando los perros. ¿Cuándo cerrarán la perrera? Sigue el anciano poeta buscando su inspiración. Siguen los espejos caprichosos, desvirtuando la realidad. Y en algún sitio, escondidos, siguen Romeo y Julieta luchando juntos por su amor.
Oigo un castillo de fuegos. Hay fiesta en el pueblo, con sabor a despedida. El verano se aleja como un velero por el mar, y se agolpan los aldeanos saludando con la mano. Las mujeres van de luto, mas no es un adiós. Es un beso, un llanto, una sonrisa. Es un eterno recuerdo que nadie olvidará. Es un cambio. Un “dejo a mi hermano en mi ausencia, pero volveré”. Bienvenido sea el otoño. Buen viaje, querido verano.
Angel (26/10/2004)
2 comentarios:
Hay cosas que no permutan... La esencia, el alma y el sentir de los que han formado parte de nosotros y, sobretodo, de los que siguen perteneciendo, más allá de las barreras y obstáculos... Más allá, evitando la realidad, existe el perdon.
Otoño siempre nos recordará lo que SOMOS.
Saludos
Simpre me ha atrapado este relato, siempre pensé que en el cambio debía venir este relato también, era del otro blog pero algo en mí me decía que tenía que formar parte de este también, la verdad me ha sorprendido verlo, no pensé que llegara, y no solo me ha sorprendido si no que volver a leerlo es como si lo descubriese por primera vez.
Me alegro que hayas decidido traerlo.
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