Hace unos tres años, ojeando el suplemento dominical del diario El País, me encontré con un reportaje que hablaba de políticos emergentes. En él, por encima del resto, resaltaba un tal Barack Obama. Supongo que me fijé en él por ser afroamericano, y ser considerado como un futuro candidato a ser presidente de los Estados Unidos. Esta mañana, pasando por el quiosco, Obama y Martin Luther King ocupaban las portadas de los diarios. El primero había hecho realidad el sueño del segundo, amén del suyo propio. Barack Obama es el primer presidente negro de los Estados Unidos de América.
La jornada ha tenido una trascendencia arrolladora en el panorama mundial. En un momento de incertidumbre económica y social, de miedo, de desencanto, de heridas abiertas y guerras sin terminar, era urgente que el principal actor de la escena internacional cambiara de uniforme. La victoria de Obama ha sido tan celebrada fuera de Estados Unidos como dentro. Cada uno tiene sus motivos. Europa, sin ir más lejos, se veía desamparada sin la referencia válida del país anglosajón. Si escuchan los comentarios sobre la crisis económica, se darán cuenta que muchos atañen al ya clásico "Empezó en Estados Unidos". Hoy, Europa necesita ser rescatada por alguien, y es evidente que Obama tiene buena pinta.
Los motivos de la victoria de Obama parecen claros, pero no es mala idea echarles un vistazo. La situación económica y el conflicto de Irak han tenido un coste altísimo para los republicanos, pero no hay que quitar méritos al nuevo presidente. Obama ha arrancado votantes del conservadurismo, esencialmente aquellos a los que la crisis económica ha golpeado brutalmente, pero también ha logrado llevar a las urnas a quien no había votado nunca. La estrategia del "Yes, we can" ha sido demoledora. Casi tanto como una puesta en escena sin precedentes. Obama es, tal vez, lo más cercano a un líder de masas que ha visto este planeta en mucho tiempo. Habla con temperamento, convicción, energía y astucia. Si confirma lo que parece ser, podemos estar ante un político irrepetible. ¿Ideales? Es un progresista, alejado del anquilosado ideal que ha predicado Bush, pero mucho más cercano al centro que lo desearía el que vé en él un revolucionario. De todas formas, es normal. Estados Unidos es un país a gestionar con tacto, en el que la máquina de los cambios está aún engrasándose.
La herencia recibida por Obama es envenenada. Hay mucho que agradecerle a la Administración Bush. El nuevo presidente debe compatibilizar la creación de un sistema más igualitario con el control de una crisis que está mostrándose implacable. A Obama le van a pedir que salgan los números, pero también que equilibre las desigualdades sociales. Necesita un dinero que tal vez no tenga, y cualquier medida va a ser observada con lupa. Bush también ha hecho los deberes con el resto del Mundo. Hoy, Estados Unidos es un país con el que es imposible dialogar, que marca territorio hasta el límite de despreciar al que le planta cara, y que hace de la diplomacia un disparate sin más valía que la foto de rigor. Estados Unidos, con Obama al frente, se encamina hacia el reto de corregir un error tan grave como prepotente. El país anglosajón debe demostrar que quiere ser parte del Mundo, y hacer del trillado multilateralismo algo sincero. El Mundo necesita de Estados Unidos, pero Estados Unidos también necesita al Mundo. Los nuevos retos a los que todos nos enfrentamos nos necesitan a todos. Y todos somos todos, aunque no siempre nos guste.
Sirvan estas líneas para darle la enhorabuena a Barack Obama. Esperemos que pinte Estados Unidos del deslumbrante color que nunca debió perder. Es el anglosajón un país que, probablemente, haya dado una gran lección democrática para demostrar que una crisis puede servir para mostrar fuerza, y no derrotismo, y que está, por encima de todo, para reaccionar en lugar de lamentarse. Estados Unidos quiere volver a liderar el Mundo. Estados Unidos le da la palabra a Obama. Congratulations, Mr. President.
1 comentario:
Viendolos el día después creo que mucho deberían parender de ellos, a saber ganar unas elecciones y a saber perderlas.
Muy bien expresado todo, así da gusto leer hasta sobre politíca.
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