He aludido al pasado, debido a la permanente y obsesiva tendencia del Real Madrid a caminar hacia la autodestrucción. Recordando eras recientes, uno no puede olvidar el Real Madrid presidido por Lorenzo Sanz, un equipo que heredó la estructura arcaica y el ambiente desconfiado y cañí que rodeaba a Ramón Mendoza, pero que fue capaz de recuperar un puesto privilegiado en los altares del fútbol europeo. De todas formas, la necesidad de cambio, modernidad y seriedad hizo que los socios dieran un giro sorprendente, apostando por Florentino Pérez como presidente. Éste trajo criterio, estabilidad, solvencia económica y, de propina, a los mejores del mundo. El Madrid parecía estar en el buen camino, y completó tres años y medio siendo la envidia del mundo. Lamentablemente, optó por tirarlo (casi) todo por la borda. Se autodestruyó por culpa del acomodamiento de sus divos, y el proteccionismo y la locura pasajera del que los guiaba. El socio vio a su equipo sin ganar nada durante cuatro años, y recurrió a su actual presidente: Ramón Calderón.
Ramón Calderón cogió la presidencia del Real Madrid con la intención de romper con su pasado más reciente, y evitar cualquier comparativa con la era de Florentino Pérez. Tras unos inicios difíciles, el Real Madrid recurrió a su histórica manía por ganar cuando más imposible parece, y, tras una remontada sin precedentes, se llevó la más extraña, épica y emocionante Liga de la historia reciente del fútbol. Recuperada la fe, el Real Madrid se encaminó a iniciar un proyecto que, al menos, parecía coherente y distinto. Así, ganó su segunda liga con autoridad, dando pasos hacia adelante, pero respetando un margen de mejora que le permitiera consolidar lo ganado y seguir creciendo. En septiembre de este año se iniciaba el tercer año del proyecto Calderón. Han bastado dos meses para que todo lo ganado durante dos temporadas se haya quedado en nada, y para que el Real Madrid volviera a autodestruirse sin venir a cuento. ¿Qué ha llevado esta vez al Real Madrid a la situación actual? Veamos,
- Ruptura con las premisas.
- Solapamiento y Bicefalia en la Dirección Deportiva
Este choque ha derivado en disputas notorias entre las preferencias de unos y otros, en el trabajo inútil de algunos (una propuesta de Portugal no sale adelante sin el ok de Mijatovic, y esto hace difícil entender la labor del primero) y, en definitiva, en una política totalmente ineficiente para el Real Madrid.
- Error en la estrategia
El Real Madrid invirtió parte de la pasada temporada en desacreditar, mediante la prensa, a dos de los miembros más importantes de la plantilla: Mahamadou Diarra y Robinho. Si bien el primero sigue en el equipo por la insistencia de sus compañeros, con el segundo vimos uno de los grandes ejemplos de pésima gestión que se haya podido ver en el fútbol. Ni se le renovó cuando tocaba, ni se supo frenar su marcha cuando el equipo se quedaba sin Cristiano. Para el Madrid, Robinho era el jugador que había que eliminar para que llegara el portugués. Diarra era el que ayudaría a financiar su fichaje con su venta. ¿Fue un diagnóstico equivocado? Tal vez sí, o tal vez no. Diarra y Robinho eran dos jugadores cuya baja, mediante una buena campaña mediática, podría ser entendida por la afición, y cuyo valor de mercado podría ser lo suficientemente atractivo como para financiar el fichaje del portugués. Dicho de otra forma, Diarra y Robinho eran perfectamente válidos, pero eran un caramelo para acumular dinero para traer al portugués.
El Real Madrid tenía una gran oportunidad para consolidar un grupo, reforzar a sus estrellas, y cubrir las necesidades detectadas. Lejos de ello, lo olvidó todo para darse un capricho que, finalmente, ni pudo darse. Sí, lo habéis adivinado. De nuevo, la autodestrucción.
- Bloqueo Mental
Lo comentado va más allá del entrenador y la situación actual, y tiene mucho que ver con el fondo. El Real Madrid tiene un serio problema de estabilidad, y ello habla de lo débiles que son sus cimientos. Se habla de cambiar a Schuster, de reforzarse, pero lo observado es sólo diagnosticable en un ámbito general. En ese, hay que poner sobre la mesa factores institucionales y psicológicos que, a fin de cuentas, están imponiéndose de manera demasiado rotunda como para que pasen desapercibidos. Hay muchas preguntas a hacerse, pero dejaré unas cuantas en el alero:
¿Confía el madridismo en su presidente? ¿Tiene la actual junta directiva la legitimidad y respaldo suficiente, tras unas elecciones delirantes y tétricas para la salud democrática, como para estar al mando del Real Madrid? ¿Puede haber unión en un vestuario en el que Raúl marca el ritmo de una manera tan descarada? Siguiendo con Raúl, ¿Cuántos años más podrá permitirse el Real Madrid cobijar en su plantilla a un jugador cuya realidad está siempre por encima de la del Club, sea para bien o para mal? ¿Cuándo decidirá el Real Madrid romper con su pasado y trazar nuevas líneas, de una manera decidida y no artificiera?
Al Real Madrid le da mucho miedo dejar de ser el Real Madrid, pero más miedo debería darle no volver a serlo nunca.
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