Tras batallar con la enorme carga dramática que encerraba en su interior la poderosa "No es país para viejos", es ya una teoría extendida que los hermanos Coen han querido aprovechar el rodaje de "Quemar después de leer" para disfrutar y relajarse. Tal premisa ha actúado de caramelo envenenado, logrando que más de un espectador haya ido al cine con pocas ganas, esperando ver una obra decididamente menor y sin excesivas pretensiones. No voy a ser yo quien desmienta la dimensión lúdica que haya podido tener este rodaje para la pareja de directores. El tono desenfadado que recorre la película y la irreverente mirada que proyecta sobre la América New Age invita a pensar en altas dosis de carcajadas. Mi teoría es que los hermanos Coen tenían ganas de hacer "Quemar después de leer" para, valga la redundancia, demostrar las ganas que le tenían a más de uno.
El primer plano de la película muestra una imagen de América tomada desde fuera de la Tierra. Poco a poco, la cámara va avanzando, reduciendo el marco, agrandando el detalle, y acabando tras unos pasos que recorren un edificio de la CIA. Los Coen empiezan, sin disimulo, con el movimiento que ejecutamos muchos de nosotros en el famoso Google Earth. Un guiño a la actualidad, al que se van uniendo durante el metraje parodias de los programas de fitness, la cirugía estética, las citas a ciegas, las crisis matrimoniales y, sobretodo, la inteligencia militar. ¿Y todo para qué, os preguntaréis? ¿Para qué tirar de clichés? Parece una idea sacada del informativo de turno, pero no me negaréis que no hay mejor modo que retratar una sociedad un tanto idiota, regida por idiotas, que enseñarnos a todos las idiotas costumbres y preocupaciones que la caracterizan. Y uso el término idiota porque es la sutil y concisa forma de llamar(nos) que tienen los Coen en esta película.
El qué y el cómo son imprescindibles para hablar de "Quemar después de leer". Construir una historia, por muy paródica que sea, desde clichés, puede tener como consecuencia la crítica basada en el recurso facilón. La teoría se desmonta cuando vemos que tales clichés sólo son parte de un mecanismo tan sólido como es el guión de esta película. Hemos visto grandes ideas fracasar por la forma de llevarlas a cabo. Aquí nos encontramos con una idea "menor" adaptada con un ingenio y un oficio exquisitos. Ello nos hace reflexionar con dos ideas que trascienden la película. Una es el momento que vive la comedia americana. Últimamente, vemos al cine americano viviendo una especie de Edad de Oro en lo que a este género se refiere. El nulo disimulo con el que los cineastas anglosajones cargan contra los ideales y los mitos en los que navega Estados Unidos está dando como resultado un número nada desdeñable de magníficas comedias. Ya hablamos el otro día de Tropic Thunder. El segundo aspecto sobre el que debemos reflexionar es el que hace mención a Ethan y Joel Coen. Pocos casos hay de cineastas tan prolíficos y regulares como estos dos hermanos. Bien es cierto que no siempre firman una obra maestra. A decir verdad, han firmado pocas, pero no es menos justo reconocer que hasta sus propuestas menos brillantes suelen estar muy por encima de la media.
En conclusión, podemos decir que "Quemar antes de leer" está rodada con tono relajado y desenfadado, pero también que ello no debe ser obstáculo para disfrutar de su ingenio, su guión y sus excelentes gags. Sólo un apunte más: J. K .Simmons. El jefe de Peter Parker (y padre de Juno) vuelve a demostrar su estado de gracia. Que dure. Cada plano que le tiene a él como protagonista es una magnífica noticia.
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