Sabía que el camino más corto hacia los sueños era renunciar a ellos. Lo que no sabía es que, en medio de la renuncia, mi corazón se quejaría con tanta fuerza. Late, y creo en vano silenciar sus latidos. Ello me hace humilde, pero también frágil. La pasión me indica el camino hacia el abismo, mas la ignoro. Renunciaré de nuevo, aunque por mi bien te ruego que dejes de hacerme latir.
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