enero 06, 2010

Cómplices del Desastre

Llevo mucho tiempo convencido que, al pensar en el futuro, los humanos somos incapaces de concebir nada que no sea una proyección perfeccionada del presente. Tal vez sea esa una de las principales causas de nuestro inmobilismo, nuestra complicidad con el orden establecido, y nuestra absoluta despreocupación ante todo lo que no tenga que ver con nosotros mismos. ¿Cómo pensar en cambiar un Mundo en el que no podemos plantearnos nada que sea radicalmente distinto a lo que conocemos ahora? Vivimos asintiendo ante mil y una injusticias, ante el creciente poder corporativo, ante la mediocridad de los mal llamados líderes mundiales, y aceptamos que todo es así porque no puede ser de otro modo. Hace demasiado tiempo que el pueblo perdió -tal vez por desidia, tal vez por interés, tal vez por miedo- su jerarquía y, con ello, su capacidad para intervenir con decisión en la estructura del Mundo en que vivimos. Fue ese el momento en que enterramos la posibilidad de cualquier realidad que ahora somos incapaces de concebir.

Hemos olvidado lo que sucedió -sucede- en Irak con la misma velocidad con la que olvidamos al alarmante número de personas que mueren de hambre cada día. Aceptamos, nuevamente, y les negamos el obligado recuerdo que deberían tener cada día por nuestra parte. Ignoramos las guerras que pueblan el Mundo con el mismo desinterés con el que narran los atentados en el informativo. "¿Han dicho Pakistán o Afganistán?" Tal vez hayamos cambiado de canal, mientras lo preguntábamos. Es delirante que compremos zapatillas de marca mientras apadrinamos niños para limpiar nuestra conciencia. Es terrible que nos quieran proteger del integrismo islámico quienes lo practican en cuanto el tema se pone feo. Feo para ellos, entiéndase. Es incomprensible que el foco de interés de las tertulias en cualquier bar esté en el fútbol, en que se prohíban o no los toros, en que se deje fumar o en la nariz de Belén Esteban. Nadie habla de cambiar este Mundo. ¿Será posible? ¿No lo será? ¿Alguien tiene alguna idea? ¿Hola?

Como muestra de cómo estamos, ahí va un botón. Hace poco asistimos atónitos a una nueva comedia, en clave de humor, que tuvo lugar en Copenhague. Hablaban de llegar a un acuerdo para detener los efectos del calentamiento global. Llegaron a uno "de mínimos" para justificar las dietas. Yo dejaría el tema para cuando algún listillo de Harvard publique una tesis que concluya que "La ecología es rentable". O para cuando las encuestas de opinión otorguen votos a políticos por su compromiso con el medio ambiente. Cuando llegue ese momento, habrá hostias por aparecer en la foto de los interventores en la reparación de la Tierra. Algo similar podríamos decir del hambre que llena y vacía el planeta. Total, el futuro será como el presente, y no hay alternativa posible. Siempre estarán los organismos oficiales para arreglar o estropear el planeta ante nuestra contemplativa mirada.

Si somos cómplices de este desastre, es porque nos refugiamos en cientos de excusas ridículas, y no asumimos nuestro verdadero rol en esta historia. Unos dicen que "Cómo voy a preocuparme por eso con los problemas que ya tengo". Otros, que "Bastante tengo en mi trabajo como para llegar a casa y amargarme". La mayoría, apunta un inapelable "¿Y qué voy a hacer yo solo?". Son malos tiempos para los potenciales herederos del David que venció a Goliat.

Nuestra generación no merece el perdón de ningún Dios conocido. Dispone de lo que no ha tenido nadie, y es una red virtual que conecta el Mundo entero, que permite la comunicación, la organización y la expansión de cualquier mensaje. La palabra es poderosa, pero está en desuso. En lugar de organizarnos para cambiar las cosas, con un mínimo de decisión, perdemos el tiempo haciendo el imbécil, abriendo blogs tan intrascendentes y autocomplacientes como éste desde el que os escribo, y creando grupos virtuales en los que dejamos claro lo bienintencionados y progresistas que somos. Es un buen modo de acabar la durísima jornada que afrontamos a diario. Yo también debo estar en contra de las matanzas indiscriminadas de focas pero, si no os parece mal, dejaré lo de actuar para otro día.

Ya que soy parte de ese mundo que decide sobre el resto, creo sinceramente que debería entregarme a la policía por complicidad. Soy cómplice de genocidios, matanzas, injusticias, omisión y otras lindezas. Lo soy por mi silencio y mi cobardía. Igual somos algo más que cómplices, quién sabe. Igual deberíamos empezar a darnos asco, que es tal vez lo único que merecemos. Igual es la única forma de que reaccionemos. Igual, antes que todo lo que aquí se escribe sea olvidado, y nos acordemos que aún tenemos que ducharnos, y que mañana hay que llamar a un cliente, y que no hemos sacado la carne del congelador, y que hay que acostar al niño, y que... Y que, analizado friamente, tampoco estamos tan mal, ¿No?

enero 03, 2010

El Mejor Cine de 2009

Aquellos que, puntualmente, acometemos el difícil, injusto y arbitrario propósito de elaborar un listado destinado a ensalzar los méritos de determinadas obras, debemos plantearnos si dedicar o no un párrafo a aquellas que, finalmente, se han quedado fuera de ella. Es complicado dejar sin espacio a aquellos que han presentado batalla para ser incluidas pero, por contra, no es menos cierto que la tarea de obviar debe ser consecuente y valiente con el propósito de elegir.

La tarea, ya finalizada por mi parte, de elegir las mejores películas estrenadas en España durante el año 2009, ha venido condicionada por dos aspectos decisivos: la falta de tiempo que ha impedido la visión, por mi parte, de algunas obras de las que tenía magníficas referencias, -Ponyo en el Acantilado, Yuki & Nina, Singularidades de una Chica Rubia, Los Condenados o Celda 211- , y la disyuntiva de incluir -como así ha sido- o no aquellas obras que, habiéndose estrenado en España este año, pertenecían a 2008 o, en algún caso, a 2007. Finalizadas esas aclaraciones, pasamos a la lista del mejor cine de 2009, según la humilde opinión de quien escribe.

1 - Déjame Entrar (Tomas Alfredson)

Es difícil definir un cuento de hadas que es tan capaz de helar la sangre como de robar el corazón más rudo. Inapelable en el terror, y dulce y mágica en la narración, la sorprendente obra de Tomas Alfredson se alza, con una propuesta tan austera como brillante, como la mejor película del año.

2 - Malditos Bastardos (Quentin Tarantino)

En un acertado artículo, la revista Cahiers du Cinema señalaba la dilatación del tiempo como uno de los signos distintivos de Quentin Tarantino. La lenta construcción de escenas, respetando los códigos del tiempo, y acentuando progresivamente el suspense, ha sido dominada por el director americano hasta hacer de ello un modo propio de hacer cine. El arranque de Malditos Bastardos es una gran muestra de este rasgo. Sólo por esos minutos merece la pena pagar una entrada. Una película extraordinaria que, además de atreverse a reinventar la historia, ofrece la que, tal vez, sea la mejor interpretación de este año. Pasarán años hasta que alguien haga olvidar la tremenda composición de Christoph Waltz como el "cazajudíos" Hans Landa.

3 - Paranoid Park (Gus Van Sant)

Paranoid Park cierra brillantemente el necesario ciclo experimental de Gus Van Sant. Heredera del hipnótico universo onírico de Elephant o Last Days, esta extraña travesía de un skater por la frontera entre el bien y el mal recupera el cine de sensaciones, hasta convertir la sala de proyección en un paseo libre y sensorial bajo la lluvia.

4 - Enemigos Públicos (Michael Mann)

El personal y nada moralista retrato con el que Michael Mann describe al gangster John Dilinger -que nadie espere una historia de malos buenos, pues el gris sería el tono predominante de esta historia- es, además de un extraordinario ejercicio estético -la recreación de los años 30 es apabullante-, una gran demostración del oficio y la solidez de uno de los mejores directores que quedan en Hollywood. Imprescindible.

5 - Gran Torino (Clint Eastwood)

Eastwood vuelve a sus inquebrantables códigos de honor, retratando la dureza de la sociedad a través de un personaje lleno de aristas y heridas provocadas por el pasado. La historia de este justiciero navega, con inteligencia, por los mares de una sociedad llena de injusticias, diferencias y desigualdades mal entendidas. El sacrifico con el que cierra la película podría interpretarse como el más valiente y elocuente mensaje que se le pueda transmitir a la sociedad en la que vivimos. El nuevo clásico de uno de los últimos maestros.

6 - Up (Pete Docter & Bob Peterson)

Si bien es cierto que Up no alcanza en todo su metraje la maestría de sus deslumbrantes predecesoras -Ratatouille, Wall-e-, no es menos cierto que ofrece algunixos de los momentos más emotivos y mágicos del año. Digna portadora del estandarte de Pixar, Up conquista varios terrenos, desde el formal -elegante y estimulante uso del 3D- hasta el narrativo, dando muestras de una madurez que suele ser ajena al mundo de la animación.

7 - Still Walking (Hirokazu Koreeda)

En ocasiones, la cámara de un director reniega de las historias imposibles, y centra su objetivo en la aparente normalidad de lo cotidiano. Still Walking narra la reunión que, durante un día, se produce en una casa japonesa, con motivo del aniversario de un trágico acontecimiento. El resto, sucede en nuestro interior mientras la contemplamos sin pestañear.

8 - In the Loop (Armando Ianucci)

Hilarante, mordaz, ingeniosa e incisiva como pocas, la sátira de Ianucci muerde sin ningún disimulo en los débiles principios de las relaciones internacionales entre los principales países del Mundo. Usando como excusa el servil papel de Inglaterra en el conflicto bélico de Irak, en In the Loop hay estopa para todos. Y de regalo, James Gandolfini como improbable general de guerra.

9 - La Clase (Laurent Cantet)

La ganadora en 2008 del Festival de Cannes llegó a España a principios de este año para mostrar un realista retrato de las desigualdades de la Francia contemporánea. Tomando como escenario una clase de secundaria casi imposible de dominar por su joven y entusiasta profesor, La Clase abre el debate sobre los métodos de enseñanza, y la existencia o no de esperanza en una juventud tan difícil como extraviada.

10 - (500) Días Juntos (Marc Webb)

Contrariamente a la moda de las comedias románticas, la excelente (500) Días Juntos lanzaba su mirada sobre el amor no correspondido, las oportunidades perdidas, y la tristeza del despertar desesperanzado. Tan aguda en su humor como melancólica en su trasfondo, la película de Marc Webb destaca como una de las grandes sorpresas del año.


Mención Especial : El Curioso Caso de Benjamin Button (David Fincher) y Avatar (James Cameron).

No quiero olvidarme del estreno de dos películas destinadas a convertirse en clásicos, por motivos diferentes. Tal vez compitan en otra guerra, y eso hace que merezcan una reseña. Ambas cumplen con creces sus cometidos, y es el de usar el cine como fábrica de sueños imposibles. El paso del tiempo y la ambición por derribar muros infranqueables son parte de nuestra existencia y, como tales, no podían escapar al cine. La calmada y elegante reflexión de Fincher, y la atronadora y grandiosa obra de Cameron también formaron parte de la historia del cine de 2009. Creo sinceramente que no debían pasar desapercibidas.